16.10.12

CRÓNICAS DE SITGES 2012 (XXI): THE LORDS OF SALEM



Cuando al acabar la proyección de la nueva película de Rob Zombie empezaron los silbidos no les daba crédito. O quizá sí, ya que se aliaron dos de los grupos que forman parte el público de Sitges. Por un lado, cinéfilos y críticos poco afines al género cuando se desmanda y que, de hecho, han silbado siempre al autor de Los renegados del diablo. Enseguida pensé cuál hubiera sido su reacción si las delirantes y evocadoras imágenes finales hubieran estado firmadas por, no sé, Peter Greenaway. Le desprecian porque, bah, es un melenudo gritón. Pero esa reacción era esperada, no tanto la otros, la de aficionados al género e, incluso, declarados seguidores de Rob Zombie. Están e su derecho, claro que sí, pero creo que Lords of Salem es muy coherente con su filmografía. También pensé que quizá somos mucho más católicos de lo que creemos y un ritual satánico como el propuesto lleva en su interior la indignación como respuesta. Lords of Salem está hecha desde la convicción satánica (y ahí mi única duda es si el satanismo de Rob Zombie es el de Anton LaVey o el de Aleister Crowley) y desde el amor a su pareja (esa Sheri Moon que acaba dibujada como María satánica). De hecho, como muy bien apuntaba Jordi Sánchez Navarro (tipo sabio) a la salida, quizá el problema está en que la película funciona mejor como ritual que como cuento de miedo. En lo segundo, en lo de historia de terror, es posible que pese a su bella imaginería del horror, hubiera quien la pensara floja porque no hay sacrificios explícitos (mira tú, la teoría que subyace en Cabin in the woods) ni golpes de efecto gore. Todos conocemos sus referentes (de La Centinela al bebé de Rosemary) o esa historia paralela del historiador de Salem descubriendo secretos en la biblioteca. Códigos, al fin y al cabo, que están para ser usados y aquí en aparente desgana porque lo importante es otra cosa, lo importante es llevarte de la mano al aquelarre de las viejas brujas (encarnadas por actrices ya veteranas, y ahí las arrugas de Meg Foster resultan aterradoras) y a las fascinantes imágenes finales, que aunan psicodelia y satanismo. Pero, sobre todo, los detalles que hacen definitivamente grande Lords of Salem están relacionados con la música, y es que esta es posiblemente la película más musical de su director. Primero, por la hipnótica melodía satánica que despierta al viejo credo. Segundo, por el inquietante uso del All Tomorrow's Parties de Velvet Underground. Es ahí, bajo ese ritmo, que entrego mi alma al demonio.

4 comentarios:

r. dijo...

Lo mismo que te digo una cosa, te digo la otra: esta reseña es una cagada. ¡Tú, que nunca la habías cagado!

Ausente66 dijo...

¡Me cago en la puta! Lo que me jode es que no sé dónde está la cagada, o si es toda ella.

Jordi SánchezNavarro dijo...

Gracias por lo de "hombre sabio", maestro. En cualquier caso, diré que como ritual me parece que funciona, y muy bien.

Sisterboy dijo...

Pues me la apunto pero que ha haya hecho usted referencia a la injustamente olvidada "La centinela" ha hecho que se me humedezcan los ojos