19.10.12

CRÓNICAS DE SITGES 2012 (XXIV): CITADEL



Antes de iniciarse la proyección de esta modesta película británica, primera de su director, éste comentó al público asistente un detalle que me parece fundamental: el protagonista sufre de agorafobia porque el mismo, víctima de una paliza en su infancia, la padeció durante años. Así que Citadel se alimentaba de dos cosas: su enfermedad y su pasión por el cine de terror. Piensen en ello: un director agorafóbico volcando sus miedos en una película de horror. Eso explica muy bien porque me sedujo tanto la atmósfera opresiva e irrespirable de esta película, por otro lado muy modesta y en la que intuyo, por otro lado, que serpentea algún tipo de mensaje e idea que no debería ser de mi agrado, pero que soy incapaz de localizar mientras disfruto de sus otras virtudes.
Citadel hace del extrarradio y el suburbio urbano un protagonista más. Barrios de bloque y aluminosis abandonados por la crisis, paisajes del derrumbe y el Apocalipsis contemporáneo. Soy muy fan de las arquitecturas del mal, del edificio maldito con vida propia. Como tema tiene diferentes variantes, pero en los últimos años detecto su presencia renovada en películas tan diferentes como La Horda o Attack the Block a las que habrá que sumar esta Citadel en la que un joven viudo agorafóbico lucha por defender a su bebé recien nacido del acoso de una banda de adolescentes encapuchados en un barrio desértico y abandonado de esos que también nosotros vemos por la ventanilla del tren de cercanías cuando nos alejamos del corazón de la urbe. La Arquitectura del Mal como motor de nuestros miedos de hoy, entre hipotecas y deshaucios.

Detecto en Citadel una actualización del viejo cuento del troll roba niños; también veo a Ballard porque es inevitable verle entre esos edificios de cemento gris y solitario; anda por ahí Cronenberg, en la capucha de la gabardina de esos adolescentes que emergen del edificio en cuanto se pone el sol, monstruos contemporáneos creados por el fin del bienestar; y también veo a Fulci porque hay algo seco en las grietas de las paredes, y porque sale un cura maldito y un niño ciego. Veo todas esas cosas y señalo Citadel como una peli a descubrir, llena de detalles pese a su modestia y a ese algo, ese pero, que por fortuna no puedo concretar.

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