29.6.06

NEVILLE 1.0 : VINCENT PRICE


Hace unas semanas reseñaba por aquí esa fantántica novela fundacional que es Soy Leyenda de Richard Matheson. Me comprometía entonces a ver las dos versiones cinematográficas del filme y no he tardado demasiado en ponerme manos a la obra con la primera de ellas.



The Last Man on Earth (1964) ha sido durante mucho tiempo una serie bé maldita y casi desconocida, al menos para el espectador español. Ahora ya no tanto, dado que no sólo corre por ahí una versión libre de derechos sino también una estupenda edición en dividí de zona uno subtitulada en cristiano (y haciendo doblete apocalíptico con el Panic in Year Zero de Ray Milland) dentro de esa colección tan querida por mí que son la MGM Midnite Movies. Parte de la histórica dificultad para incarle el diente, pese a estar protagonizada por el gran Vincent Price, estribaba en lo serpenteante de su realización. Verán ustedes, en un principio el guión estaba en manos de la británica Hammer e iba a ser dirigido por Val Guest, pero al final el proyecto no llegó a ningún sitio y finalmente se acabó convirtiendo en una extraña coproducción italo-norteamericana. Por no estar, no está clara ni la labor de dirección, que varía según la fuente consultada. En algunos lugares viene firmada por Sidney Salkow, un tipo de amplia experiencia en la televisión primitiva especializado en westerns de saldo. En otros por el italiano Ubaldo Ragona, de escueta filmografía, por lo que tampoco arroja demasiadas pistas al respecto. Y en ocasiones por ambos



Y digo que no da demasiadas pistas al respecto porque yo creo haber leído a menudo que esta película era mala. Y no, oigan, no. Y no sólo porque a ratos sea una estupenda ádaptación, o porque tenga bellos e interesantes planos, un buen uso de la narrativa cinematográfica o una estupenda atmósfera siniestra y desolada, sino porque resulta de visión indispensable para cualquier estudioso de la génesis del zombi moderno. Rodada tan sólo cuatro años antes, es muy evidente que George A. Romero la tenía muy presente cuando rodó la legendaria Noche de los Muertos Vivientes, y sin contar que ésta, al fin y al cabo, ya estaba muy influenciada por la novela de Matheson. Ahora bien ¿A quién corresponden las virtudes de esta adaptación? ¿al artesano rutinario yanqui o al italiano ignoto?



La película ya comienza de manera magnífica con una sucesión de panorámicas que se inicia con la salida del sol, continua con generales de la ciudad, avanza a calles desiertas y finaliza con cadáveres esparcidos por el suelo para pasar al reloj despertador de Vincent Price, que con tristeza y en off exclamará la dureza de un nuevo día.



El filme está estructurado en tres partes bien diferenciadas. En la media hora inicial, sin duda lo mejor, captura perfectamente el tono de la novela y muestra la rutina del último superviviente ante la plaga de vampirismo que ha exterminado la raza humana. La voz en off de Vincent Price es un deleite (pese al exceso) y la concepción visual resulta muy siniestra y a la que ayuda un estupendo blanco y negro y el buen uso de la imagen visula de una ciudad desierta y muerta.

El flashback central aúna lo que en la novela es más fragmentado e introduce las primeras variaciones. Por mera economía narrativa Neville, aquí extrañamente rebautizado a Morgan, es uno de los científicos que investigan la plaga. También Ben Cortman, el vampiro/zombi que todas las noches le reclama a la puerta de su guarida. La tragedia familiar, por otro lado, es idéntica a la novela original.

La tercera parte se dedica al desenlace, por lo que seré cauto en detallar las variaciones, que las hay, por ejemplo en la resolución del encuentro con el perro así como con los mutantes del final, que aquí visten todos de negro, incluidos mujeres y niños. Son unas escenas, las de la persecución de Morgan/Neville, que recuerdan esa obra maestra de Don Siegel que es La Invasión de los Ladrones de Cuerpos. El añadido de la negra uniformidad de la nueva sociedad y la caza al diferente tiene mucho jugo. Y muestra de manera bastante maja, al grito de "Sois todos unos freaks", la perversión del mito del monstruo con que termina el libro de Matheson.



Tener un algo al final que recuerda a La Invasión de los Ladrones de Cuerpos y funcionar como influencia directa de La Noche de los Muertos Vivientes convierte The Last Man on Earth en una auténtica bisagra a descubrir del terror moderno y borderline, que no es moco de pavo. Eso sí, también tiene sus defectos. Hay un exceso de narración en off, aunque claro, es la voz del gran Price y eso se perdona. Y el doblaje al inglés de los actores italianos (todos menos el tío Vincent, como es lógico en una película rodada en las afueras de Roma) es como bastante horroroso en su cantinela y tono. En lo referente a las variaciones respecto a la novela que se pueden detallar sin desvelar la trama destaca la inclusión del síntoma de la ceguera en los enfermos y que se obvie toda referencia a las disquisiciones sobre el efecto de la simbología cristiana en los vampiros. Aquí no hay cruces, pero a cambio la presencia de estacas y ajos es constante.



Ya he dicho en un par de ocasiones que esta la película es la verdadera génesis visual del zombi moderno. Sólo hay que verlos. Pálidos, vestidos con traje de calle, caminando léntamente y de manera grupal hacia su víctima, asediando la casa en la oscuridad, rompiendo ventanas, forzando puertas. No sólo eso, también incluye cosas que se verían en la genial secuela de La Noche, Zombi: la visita a un supermercado abandonado, la presencia del monitor del televisión como propagador informativo de la plaga o la resistencia a entregar los propios muertos, en una cultura de la muerte y el luto que parece actualmente perdida en las urbes modernas. Todo eso, que está en Zombi, está en cierta forma también aquí. Y luego hay una tremenda justicia poética: la película es, al fin y al cabo, más italiana que norteamericana, y fueron luego los italianos quienes de una forma más malsana continuaron, mayormente de manera apócrifa, con el icono del zombi que tanto me seduce. Y dicho lo cual les dejo con unas cuantas instantáneas.

ACTUALIZACIóN: Vivaldo Moore señala en los comments que en realidad el guión de esta primera daptación es del mismo Richard Matheson, que acabó por ponerse un seudónimo (Logan Swanson) dado que no estaba de acuerdo con determinadas decisiones del director.


Fémina zombi regresa de la tumba


Visita al supermercado


Arrojándo vampiros a la ardiente fosa común. Es una imagen, con esa máscara de gas, que se me antoja muy potente.


La soledad de Vincent Price


El asedio nocturno


Una escena que con el tiempo será indispensable en toda zombi movie que se precie



Un buen uso de la ausencia visual: primero la vida, luego la falta de ésta, es decir, la muerte.


La infección catódica


La niña contaminada


La resistencia a entregar los propios muertos


El coche funerario con que Neville/Morgan recorre una ciudad desierta


Holocausto y arquitectura moderna


El toque femenino: incluso en el fin del mundo el peinado es importante


El cartel italiano

RUMBO AL LSD (Pop Culture Big Bang Kiss Kiss)

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Apreciados lectores: les toca a ustedes el comentario de texto; no hace falta que escriban nada en los comments, que esto no es el cole (aunque yo lo agradezco). Símplemente les pido que lean y guarden lo leído en sus cerebros durante el resto de sus vidas. Es la clave. El meollo. La madre del Cordero. Ah! y trescientas gracias espartanas a don Raúl Sensato, que me ha ahorrado un montón de tiempo llevándome directamente a un lugar que visité no hace tanto pero hace demasiado. Les dejo con Tom Wolfe y su Ponche de Ácido Lisérgico (1968).
"El tipo le acusa de averiarle el motor y Kesey acaba ante un tribunal de menores, donde intenta explicar al juez cómo es un sábado por la noche en el drive-in de Gregg's: la Vida, aquella sensibilidad, La Vida, el mundo de los drive-in de los quinceañeros norteamericanos de finales de los cuarenta y principios de los cincuenta era precisamente la esencia de la vida..., pero ¿cómo explicar todo esto a quienquiera que sea?

¡Pues claro que sí! Aquella sensibilidad... Allí fuera, de noche, libre, con el motor en marcha y la adrenalina fluyendo en su interior, al volante de su coche por las glorias de neón de la nueva noche norteamericana... Era el mismo paraíso el pertenecer a la primera ola de los chicos más extraordinarios de la historia del mundo: apenas quince o dieciséis o diecisiete años, vestidos haute couture con camisas Oxford de color rosa, pantalones de última moda, cinturones serpentinos, zapatos de cordones..., con potencias de 6 cilindros en línea o de 8 en V bajo los pies y todo el encanto del neón arriba, que de alguna forma casaba bien con las proezas tecnológicas de los aviones a reacción, la TV, los submarinos atómicos, los ultrasonidos... ¡Y los barrios residenciales de la Norteamerica de la posguerra: glorioso mundo! Y al diablo con los intelectuales de lengua de víbora que denigraban la civilización pragmática norteamericana... Ellos no podían saber lo que era aquello, porque de otro modo habrían cultivado ellos también... aquella sensibilidad, ¡el ser auténticos supermachos!, el integrar la primera generación mundial de pequeños diablillos: sentirse inmunes, más allá de la calamidad. Sus padres recordaban el penoso orden habitual -Guerra y Depresión Económica-, pero los supermuchachos conocían tan sólo la oleada emocional de la gran recompensa, cuando nada era ya "habitual" o conocido. ¡La Vida! ¡Un lugar glorioso, una edad gloriosa, puedes creerme! Un verdadero renacimiento de neón. Y los mitos de estos supermachos no eran Hércules, Orfeo, Ulises y Eneas, sino Superman, el Capitán Marvel, Batman, la Antorcha Humana, Namor, el Capitán América, Plastic Man, Flash... ¡Cómo no! ¿En Perry Lane qué pensaban -lo tomarían como algo pintoresco- cuando él decía que estos superhéroes de los cómics eran los honrados mitos norteamericanos? Se trataba ya de un mundo de fantasía, aquel mundo electropastel de mamá-papá-hermanito-hermanita en su barrio residencial. Ahí van, en el coche familar, un sedán blanco Pontiac Bonneville, ¡El Coche de la familia!, una criatura de fantasía, enorme y descabellada, terriblemente potente -327 caballos-, como veintisiete seductoras noches de lujo lúbrico de berlina, ya estás ahí, en Fantasilandia, así que por qué no dejas ese confortable puerto, esa acolchada cama de tu punto muerto y te liberas..., te lanzas hacia adelante y dices "¡Shazam!", convirtiendo las cosas en lo que ya anhelaban ser: una potencia de 327.000 caballos, una superautopista larga y aérea y rugiente en dirección a... la Ciudad límite, y a las fantasías últimas, presentes y futuras... Billy Batson dijo "¡Shazam!" y se convirtió en el Capitán Marvel. Jay Garrick inhaló un gas experimental en el laboratorio y...




...y empezó a viajar y a pensar a la velocidad de la luz como... Flash..., la fantasía del momento. Sí."



¡¡¡ACTUALIZACIÓN
: Don Raul Sensato ha escrito una brillante reflexión al respecto aquí!!!

27.6.06

LAS MANOS DE CECIL




Continúa la borrachera tutubesca, a ver si así desgasto el invento y paso a reseñar b-movies que es lo mío. Aunque en esta ocasión la culpa es del gran C. Rancio, que me regala este maravilloso vídeo. Me dice que enlaza muy bien con las Vidas Ajenas. Pues claro que sí. Seguro que cualquier día de estos encuentran una biografía de algún émulo hispano. Al margen de la sorpresa inicial y del hermoso tono vintage, yo me quedo con la cara del interfecto durante la pausa. Esa mirada entre perdida y feliz me sumerge en los abismos de su cerebro. Y luego ya con la cháchara final uno se descubre ante un fenómeno freak surgido del white trash más profundo. Sensibilidad innata y manual para deleite borderline.

REVISTA DE (EGO)PRENSA

fotogramas


Aquí les dejo la reseña sobre este Blog Ausente incluida en el número de Fotogramas de este mes. Ai. Qué cosas tan bonitas que me dice el Sr. Jorge Riera (aka Putokrio: soy fan de su Vida de Mierda). Que si posiblemente lo mejor en lo mío, prosa lúcida, que tengo obsesiones hermosas y que doy patadas en los huevos. Ai. Que me emociono. Leches. Pues miren, así aprovecho para enlazarles por aquí Amanaun, el niño salvaje, documental de Putokrio sobre las figuras de Manuel Valencia y Pedro Tembury cuyo rodaje casi acabó en tragedia. No tiene desperdicio, es desternillante y en algunos pasajes me he sentido muy identificado.

Simpsonario (CDXLVI)

Otto

Otto Man es el chófer del autobús del colegio; el carácter irreverente de la serie de nuevo a la carga: el responsable del transporte de niños es un conductor suicida aficionado al heavy metal (el uso de auriculares durante la conducción son constante), ha formado parte de alcohólicos anónimos, es politoxicómano y en el episodio El Otto-Show revela no haber conseguido nunca sacarse el carnet de conducir. Todo este conjunto de factores de irresponsabilidad compartida (por él y por el servicio público que lo contrata) le convierten en uno de los personajes más admirados por Bart.

CONCRECIÓN VISUAL DEFINITIVA DEL CONCEPTO "COOL"



Insisto en que la culpa es de Manolo Escobar. Hace tres días andaba yo vanagloriándome de la nula existencia de yutubes por el Blog Ausente, sonriendo como el miserable que soy cuando David regresaba a la burroesfera con uno o Tones los justificaba por Sagrada Trinidad. Y ahí estaba yo, regodeándome en mi necedad imbécil para luego acabar pecando como el que más. Como aquel que se vanagloria de no haber tastado droga alguna y que tras la primera vez se transforma en el adicto más penoso y en tan sólo una semana anda robándo el dinero de sus familiares más cercanos.

Pues eso, que me ha dado por mirar si por esos tutubos de Dios corría uno de los inicios fílmicos más gozosos de la serie bé setentera. Y, efectivamente, está. Los títulos de crédito de Black Belt Jones, estrenada en nuestros lares como Cinturón negro. Gozoso crossover de artes marciales y blaxploitation nacido al amparo de Bruce Lee y Operación Dragón para mayor gloria del Gran Jim Kelly (por cierto, eso de que abandonó el mundo del cine para dedicarse al tenis profesional me deja patidifuso).

El portentoso scope thriller-funk compuesto por Luchi de Jesús ya justificaría por si sólo la contundencia de estos títulos de crédito, pero es que son una maravilla cool inigualable: ese salto del coche desde la capota del buga; ese traje hipercool azul claro de ajustados pantalones y hermosa blusa; las poses de Kelly transmutándose en un Bruce Lee de peinado afro; esa pasión desmesurada por destrozar la propiedad privada, concretamente automóviles ajenos, mientras asienten con beneplácito y admiración el grupo de respetables y sexagenarios agentes del FBI; el estilo, algo forzado, con el que abre la puerta del vehículo para que se emplaste un malandrín mientras le acosa un melenudo con cuchillo; las dos ocasiones en que ejecuta el demoledor puñetazo en la entrepierna; la megatunda estomacal contra el chino melenas mientras profiere chillidos supersónicos; el avance chulesco entre coches y el chiste final con pistola. Menuda maravilla.

ACTUALIZACIÓN: Dennis (¡gracias!) me corrige en los comments: aunque la banda sonora es de Luichi de Jesus, el tema principal corresponde al gran Dennis Coffey.

26.6.06

TRESCIENTOS TREINTA Y TRES DISCOS PARA AGITAR EL BOOGALOO ENCEFÁLICO # 010/333

Dexys_WEB


DEXYS MIDNIGHT RUNNERS : SEARCHING FOR THE YOUNG SOUL REBELS (1980)

El primer álbum de los Dexys Midnight Runners se abre con un dial de radio que recorre emisoras británicas, en medio de interferencias se puede percibir a Deep Purple, los Sex Pistols y The Specials, tras lo cual se hace el silencio para que Kevin Roland arengue a los suyos y se inicie, entre yeahs vindicadores, la tremenda Burn it Down, primera muestra de lo que es el disco: un festival de trompetas, órgano Hammond (a cargo de Mick Talbot, futuro 50% de Style Council) y la peculiar voz de Roland a la mayor gloria del soul, para la ocasión blanco y proletario. Esa vena de reivindicación de los lazos británicos con la soul music ya empieza con el curioso nombre de la banda, Dexys Midnight Runners, es decir, los "corredores nocturnos de Dexydrina", un recordatorio de los mods que se largaban al noroeste de Inglaterra a bailar todo el fin de semana como posesos y bajo los efectos de la anfetamina. Northern Soul y speed. Hermoso concepto. La Búsqueda de los jóvenes rebeldes souleros continúa en un disco plagado de perlas que van desde ese hit inmediato que da un tratamiento skatalítico al soul que es Geno al poder hipnótico de la inigualable Seven Days is too long. Por en medio baladas tremendamente tatareables y frenesí bailongo por doquier, pasando por instrumentales donde Mick Taylor se luce (The Teams that Meet in the Caffs) o susurros abrúptamente interrumpidos por una afiladísima sección de vientos (I'm Just Looking). Y es que en eso, en los vientos, este disco es tremendo. ¡Que trompetas, señores! Las trompetas del Juicio Final para que los muertos se levanten a bailar. Y luego está la curiosa y extraña voz de Kevin Roland metida en la árdua tarea de hacer suyo el espíritu negro, y no sólo lo consigue sino que despeja cualquier duda sobre sus aptitudes vocales con tremendas baladas (I Couldn't Help It I Tried) y, sobre todo, con ese orgiástico homenaje al falsete acelerado que es Thankfully Not Living in Yorkshire It Doesn't Apply, ideal para el baile sincopado pero perfecto e indispensable en cualquier guateque que se precie. Dos años después de esta obra maestra soulera nacida en medio de la efervescencia nuevaolera, los Dexys perdieron su muy cool pinta de estibadores portuarios para reconvertirse en granjeros con peto y manufacturar Too-Rye-Ay, otro pedazo de disco que proponía un contagioso híbrido entre soul y folk celta que dió la vuelta al mundo, hasta el punto de convertir su hit Come on Eileen en uno de los himnos por excelencia de los holligans borrachuzos.

25.6.06

PILLÁNDOLE EL PUNTO: SPECTREMAN



Venga, va, que esto del yutube es fácil. Les dejo la intro de Spectreman, auténtica delicia pop nipona plagada de gorilas con sombrero.

24.6.06

SIEMPRE HAY UNA PRIMERA VEZ



Enviado por el gran Joe Dallesandro a la lista brutta, no he podido resistir la tentación de ponerlo por aquí. Mi primer iutube y el primer porrete de Manolo Escobar.

EL GUATEQUE DE LAS SINCRONÍAS

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"No es casualidad que el fumador de maría suela referirse a su estado neuronal cuando está drogado, colocado (high, space-out), con expresiones que sugieren que está fuera o más allá de nuestro espacio convencional. La superación de las orientaciones gravitacional, digital, lineal, dualista, aristotélica, newtoniana, euclídea y planetaria (circuitos I a IV) forma parte, desde la perspectiva evolutiva, de ls preparativos neuronales para la inevitable emigración de nuestro planeta, que ahora empieza. Esto explica por qué tantos fumadores son forofos de Star Trek y expertos en ciencia ficción."

"Sigo viviendo en el país de Jung. Ayer enciendo la televisión y me sale el anuncio de la película Aereopuerto 77. Empieza con un operador de radar anunciando: El vuelo 23 ha sufrido un accidente en el Triángulo de las Bermudas".

(Extractos de El Martillo Cósmico I: El último secreto de los Illuminati de Robert Anton Wilson)

No hace demasiado que les reseñaba por aquí La Tierra Trema, primera entrega de la trilogía de Robert Anton Wilson (RAW) conocida como Crónica Histórica de los Illuminati. Al poco tiempo se reeditaba en nuestro país la primera entrega de Cosmic Trigger, El Martillo Cósmico (Palmyra Libros, 2006), y yo me sumergía en sus páginas. Han tenido por aquí dos post procedentes de la lectura: las sincronías del autor con Uri Geller y las experiencias trance de Tesla.

Si lo de La Tierra trema, a tenor de lo leído, es una novela dedicada a reconstruir la génesis de los illuminati y su influencia en la Revolución Francesa y la independencia norteamericana, El Martillo Cósmico es otra cosa muy diferente y, de hecho, tremendamente compleja de describir.Eso sí, su lectura me ha parecido apasionante y, sobre todo, estimulante. Pero que muy estimulante. Y eso, que disparen mi imaginación, es algo que no tiene precio.

Podría definir este libro I, El último secreto de los Illuminati, como una autobiografía de RAW, concentrada en poco más de una (agitada) década (1963-1976 aprox) y centrada en un mogollón de experiencias sincrónicas que le llevan a hablar de la reprogramación neuronal del ser humano a través de las drogas, de la emigración a otros planetas, de contactos con la estrella Sirio, de conspiranoias políticas, de paranoias alrededor del número 23, de sociedades secretas, de la (meta) física cuántica, de la alteración de la consciencia como método para atravesar barreras extradimensionales, de la inmortalidad. RAW agita con pasión y de manera torrencial un montón de referencias contraculturales, científicas, místicas y pop. Las figuras e ideas de gente como Timothy Leary, Gurdjieff o Aleister Crowley son constantes, pero también las referencias a Star Trek (es genial, por ejemplo, cuando considera a Mr. Spock como una moderna encarnación del duendecillo chamánico Mescalito).

Y es ahí, en esa mezcla a menudo alucinada, donde está la clave del asunto, lo que distancia a RAW de los charlatanes: el sentido del humor. A menudo uno no sabe si habla en serio o se ríe de todo, pero lo va colando sin descanso y consigue un tono inigualable. Además, es un sentido del humor que comienza por donde debe, por uno mismo. RAW se autodescribre como un poliedro de personalidades: el pobre iluso, el chamán, el escéptico, el inocente (al que le meten un par de buenos goles: a Uri Geller me remito) y encima decora el libro con deliciosas ilustraciones psicodélicas. Yo es que he disfrutado mucho con este libro, y aún hoy lo sigo disfrutando porque sigue dentro de mi cerebro. Lo dije antes: estimulante y sugerente como pocos.

Y para acabar, una pequeña, diminuta, sincronía. Habrá otra en el futuro, advierto. Acabé la apasionante lectura de la primera entrega de El Martillo Cósmico hace más de un mes, pero por una cosa u otra no encontraba el momento para escribir la reseña. El jueves por la tarde me puse a escanear la portada y una de las ilustraciones dispuesto a finiquitar el tema. En eso andaba, digitalizando, cuando recibí un msm de mi admirado Lord Sark: la segunda entrega, Con los pies en la Tierra, ya está a la venta. Ni que decir que ya está en mis manos.


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23.6.06

IMAGEN BÉ PARA EL FIN DE SEMANA: GESTAPO NEGRA

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Aquí les dejo un cartel blaxploitation para que dejen volar su imaginación durante el fin de semana. La ilustración realizada para The Black Gestapo es una delicia de nazismo pop cuasi hiperrealista. La nueva raza superior es setentera, negra y tiene ritmo funk. El símbolo del black power centrando un exterminio étnico de blancos, mientras a un negrata con luger y látigo le flanquean un par de jamonas, una de ellas blanca, rubia y en pose seductora. No he visto el filme, pero este comentario que leo por ahí me llena de emoción: ""contains several scenes of pointless nudity, poorly coreographed violence, and multiple overdubs of Hitler-era Germany". Aquí les dejo una reseña en castellano y, de propina, una muestra de que la realidad supera la ficción: la célebre instantánea de los líderes del partido nazi norteamericano invitados de honor del congreso de los Black Muslims de Elijah Muhammad en 1961.


22.6.06

FLASH MUNDIAL (XX)


flash_fono

Simpsonario (CDXLV)

O'Toole, Timmy

Es el nombre del muchacho del cual se cree, en toda la ciudad de Springfield, que ha caído en un pozo y que debe ser rescatado con todos los honores mediáticos; en realidad una broma de Bart (episodio Radio Bart).

21.6.06

OBUSES Y KATANAS





Todo tiene su historia. En 1983 estaba en una discoteca, en la típica fiesta de estudiantes a punto de acabar el último curso preuniversitario. Seguramente con un cubata en la mano, con los ojos enrojecidos por el consumo de drogas blandas, observando de manera poco discreta las tetitas y culitos de mis compañeras de clase. Y ahí andaba yo, entre hormonas alteradas y estupefacientes de baja intensidad en una boite pija, cuando por el rabillo del ojo me percaté de una nada espectacular pantalla, sita en un oscuro rincón de la sala de baile, que proyectaba imágenes violentas. Un grupo de soldados contemporaneos liados a sangre y fuego contra un ejército de samurais. Aquello parecía una matanza de consideración. "Coño". "Menuda sangría de japos". "Anda la hostia un samurai subiendo a pulso hacia el helicóptero con la katana entre los dientes". El chip pajero se había puesto al máximo. Sï. Vale. No descuidaba los traseros y tetitas de mis compañeras, pero mis ojos bizqueaban de un lado para otro en un apasionante plano contraplano mental: japo con katana - teta danzarina - japo ensangrentado - teta danzarina. Hubiera seguido así durante horas pero todo tiene su fin. Ahora bien, a la salida de la boite tenía un par de ideas muy claras. Una tenía que ver con pechos femeninos pero tampoco viene al caso. La otra tenía que ver con aquellas imágenes violentas. Debía descubrir qué peli era. La necesitaba.



Un rastreo intensivo por los videoclubs de mi ciudad acabó dando el resultado deseado. La película se llamaba Time Slip: Eclipse en el Tiempo. Había pasado, sin pena ni gloria, por el Festival de Sitges de hacía unos años e incluso había tenido una modesta exhibición en salas. Ni qué decir tiene que la alquilé y visioné emocionado en busca de aquella espectacular masacre. Y joder si la parte final era espectacular. Una cosa impresionante. Ahora bien, todo lo que acontecía antes se me hacía parcialmente aburrido y deshilachado. Más tarde averiguaría porqué, y no era culpa de la peli. Enseguida les cuento. La otra cosa que pensé fue "coño, esto es una especie de remake a la japonesa de El Final de la Cuenta Atrás". Y, por supuesto, en aquella época no tenía ni puta idea de quien era Sonny Chiba.



Lo del remake japonés de El final de la Cuenta atrás era una deducción incorrecta. La película norteamericana sobre un portaviones último modelo que retrocede en el tiempo a horas antes del ataqué a Pearl Harbor es de 1980, mientras que el viaje a las guerras samurais de hace 400 años que nos ocupa es justamente un año anterior, de 1979. Hum. Estupendo, porque siempre le he tenido una tremenda manía a la producción hollywoodiense protagonizada por Kirk Douglas y Martin Sheen. Es mucha la dentera que me provoca. Como muestra de la variante sci-fi dedicada a las paradojas temporales y los viajes en el tiempo es una cosa para nerds aficionados a los vaivenes de la moda aplicada al armamento militar cuyas únicas bazas son plantear un dilema moral al sacrosanto patrioterismo usaca y, sobre todo, un desmelene ridículo del tipo "mira que gorda seguimos teniendo la polla veinte años más tarde", es decir, se regodea estúpidamente en la cara de tontos que se les pone a los aviadores japoneses ante la visión de la tecnología militar de la era Reagan. Ya me dirán ustedes qué mérito. Lo de Eclipse en el tiempo es otra cosa, muy superior a todos los niveles, y, de hecho, mucho más cercana a un título tan indispensable como Grupo Salvaje que a la tontada dirigida por Don Taylor al año siguiente.



La película protagonizada por el gran Sonny Chiba no está exenta de una lectura nacionalista nipona (cosa habitual, por otro lado). El moderno ejército del que disponen está muy lejos de la gloria del Imperio del Sol Naciente por motivos obvios, así que no sorprende que el astro solar presida las (lisérgicas) visiones del eclipse temporal inicial ni que el teniente al mando de la pequeña unidad de maniobras abrúptamente trasladada al pasado quede absolutamente prendado de la mítica del samurai, hasta el punto de optar por unir sus fuerzas a un sangriento señor de la guerra saltándose a la torera cualquier atisbo moral del típico "no interferencia en asuntos del pasado para no cambiar el futuro". Pero ese nacionalismo también se matiza con la visión nada honorable del concepto de "pacto entre caballeros" que tenían los samurai, así como el hecho de que no todos los soldados se comporten de igual manera: algunos sucumben a un ataque de bersekerismo, otros desertan impulsados por su pacifismo y un grupo se dedica a cometer actos de pillaje y violencia sexual convertidos en piratas que asolan las costas y poblados de pescadores a bordo de una moderna barcaza.



Además, hay otro detalle que la distancia enórmemente de la tontada americana sobre Pearl Harbor: el enorme respeto por sus antepasados, a los que en ningún momento deja por tontos. El salvaje jefe del clan samurai aliado, por ejemplo, no tarda ni dos minutos en entender el poder y funcionamiento del cañón ametrallador, tanque y helicóptero. No hay escenas de idiota del pasado enfrentado al futuro, sino del sangriento samurai enamorándose del armamento del futuro y deduciendo rápidamente su funcionamiento.



Pero mejor volvamos al principio, a lo que me cautivó de esta película que en la reciente revisión me parece ahora enorme y genial. Su gran baza pajera (que me impulsa recomendarla ciegamente y con vehemencia) son esos, agárranse, casi 40 minutos de tremenda y brutal batalla entre el grupo de soldados y las ingentes huestes de samurais que les asedian. Ante tamaño gozo y desparrame hablar de serie bé para describir la peli es incorrecto. Aquí hay (relativa) pasta muy bien invertida, aunque tan sólo sea por los cientos y cientos de extras que por allí corren, eso sí, de manera más modesta y visualmente menos hermosa que en Ran. A cambio hay mucha sangre, un montaje espectacular y momentos tan y tan memorables como la carga de caballería y el avance de la infanteria contra el tanque, el ataque al helicóptero, las tácticas ninja contra contra el jeep con ametralladora. Y todo eso ante la alucinada mirada de un Sonny Chiba admirado ante el poder samurai que se despliega ante sus ojos. En serio, que estamos hablando de uno de los momentos más intensos que ha dado el cine de acción en toda su historia.



Les decía al principio que en aquel lejano primer visionado en vhs de alquiler el filme me pareció algo aburrido y deshilachado en su parte central. En cambio, el otro día sus 140 minutos de duración me pasaron volando. La película no sólo brilla en esos cuarenta minutos de batalla. Ya sólo por contener una escena en la que Chiba se cuelga de una cuerda del helicóptero metralleta en mano merecería la pena, claro que sí. Pero es que también hay psicodélicas imágenes de viaje en el tiempo repletas de caballos galopantes, decapitaciones, ataques de arqueros ninja submarinos, helicópteros asediando fortalezas samurai. Vamos, una delicia. Entonces... ¿Qué pasaba con mi primer visionado? Fácil. Además de no respetar el formato scope, la versión internacional tenía media hora menos de película, con el añadido de que las tijeras se aplicaron sin piedad y con el culo. El sentido común, si hay sentido común en la mutilación de metrajes para versiones internacionales, diría que si se quitan unos cuantos diálogos y se deja la acción la cosa queda más ligera. Ja Ja Ja. Aquí las tijeras se aplicaron de manera diría que aleatoria, atreviéndose incluso ¡a recortar la gran batalla que tanto me hace babear! No sólo eso, también se recortaron diversas escenas de acción intermedias y hasta las escenas de sexo. Que los desertores piratas se dedicaban a secuestrar y violar aldeanas se entera uno viendo el metraje en su integridad. Fíjense qué cosas: una peli resulta mucho más entretenida y ligera con su metraje original que con media hora menos. Afortunadamente, corre por ahí una versión íntegra con el doblaje español de la época más subtítulos para las escenas amputadas en el mundo occidental. Por cierto, antes de dejarles con unas pocas imágenes más como colofón final: me acabo de enterar de que acaba de rodarse un remake.


Violencia Samurai


Soldados japoneses de maniobras bajándose los pantalones.


Reconocerán un Eclipse Temporal por sus caballos.


Sonny Chiba alucina con sus antepasados.


Sonny Chiba colgado de un helicóptero metralleta en mano: esto sólo justifica una película.


Un helicóptero en pleno asedio medieval.


La infantería carga contra el tanque.


Chiba aprende rápido las costumbres de la época.

COMING SOON