13.10.06

SINCRÓNICAS DE SITGES 2006 (XXI): DRAGON TIGER GATE

Una ley no escrita dice que la calidad de una película de artes marciales es inversamente proporcional a la cantidad de diálogos seguidos y sin hostias que incluye su metraje. Es un aforismo de sentido común: el cine de artes marciales debe ser ante todo cine de artes marciales. Uno de los grandes éxitos del cine de Hong Kong de este año es esta adaptación del más célebre célebre cómic chino manufacturada por Wilson Yip a la mayor gloria de Donnie Yen. Pero una vez vista la cosa es muy decepcionante. Sus primeros e hipertrepidantes veinte minutos prometen el oro y el moro, aunque nada que no hayamos visto ya en cosas tan maravillosas como Kung Fu Hustle. Pero luego dan vueltas y más vueltas sin una buena hostia que llevarse a la cara. El trío portagonista luce su característico flequillo (que llega a crispar pese a ser marca de fábrica del tebeo) y la historia se complica innecesariamente con un abrupto salto que va de una historia de bandas mafiosas a la aparición de un forzudo enmascarado y su enfrentamiento a una escuela de artes marciales, y todo ello divagando y desluciendo. Y les juro que cuando llega ese gran enfrentamiento final uno está ya hasta los cojones del look adolescente imposible, de sus putas posturitas y de su puta madre. Y mira que al principio parecía que iba a ser divertidísima. En el fondo, como una especie de extraña venganza, los efectos de Matrix han acabado por hacer daño a su lugar de origen, y este es un ejemplo perfecto. Treinta minutos de preciosismo coreográfico e infográfico repartidos al principio y al final no dan para llenar una película si en medio no pones nada. Y aquí no sólo no hay nada sino que encima está mal explicada.

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