13.10.06

SINCRÓNICAS DE SITGES 2006 (XX): FIDO

Con tan extraño título nos encontramos ante La Gran Comedia Zombie del Año. Cada año debería haber una. No sabía bien qué es lo que entraba a ver y a los cinco minutos ya estaba entragado a esta genialidad que da un nuevo giro a uno de los grandes subgéneros del cine de horror (muy querido en esta casa, como bien deben saber): el zombi como factor de anarquía y libertad que socaba el encorsetamiento de la sociedad borderline. El punto de partida es la domesticación del muerto viviente. Un apocalipsis zombi acaecido en los 50 se solventó gracias al collarín de la corporación Zombicom. El invento no sólo impide a los muertos andantes devorar nuestras entrañas sino también convertirlos en espléndidos esclavos. Ese es el punto de partida explicado rápidamente en un bonito prólogo documental. A partir de ahí, una comedia caníbal centrada en una familia, los Robinson, que viven con la necesaria hipocresia en su paraíso americano soñado hasta que uno de esos zombis entra en casa (porque tener un zombi es símbolo de estatus). Los niveles de lectura y disfrute son múltiples: divertimiento puro, comedia negra, burla nostálgica de la soñada américa de los 50, cuento sobre la infancia, fábula sobre la verdadera naturaleza de la muerte en vida (el cabeza de familia está, en realidad, más muerto que el zombi mascota que da título al filme), sutiles amores necrófilos, esclavitud social (fíjense que no hay negros: han sido sustituidos por zombis), crueldad infantil, cultura de las armas y bomba de profundidad contra la política de seguridad a cualquier precio que tiñe la sociedad borderline, especialmente la usaca. Y todo eso con un ritmo ligero y entretenido, plagado de gags y de emoción, con un tono que, por describir, podríamos decir que fluctua entre el retrato social planteado por Tim Burton en Eduardo ManosTijeras y el humor negro que rezuman las películas de Danny DeVito, y encima sin traicionar para nada cuarenta años de cine de zombis. Porque esto no es una parodia del género como no lo era Shaun of the Dead. Por cierto, mención especial merece Billy Connolly en su papel de zombi protagonista. Sin necesidad de diálogos, jugando perfectamente con sus miradas y rugidos, consigue convertirse en uno de los grandes muertos vivientes de la historia del género.

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