10.10.06

SINCRÓNICAS DE SITGES 2006 (XI): A GRIMM LOVE STORY

Originalmente titulado Rohtenburg, este filme alemán narra la historia del Caníbal de Rotemburgo. No sé si recuerdan esta, según el título internacional, "Historia de Amor de los Hermanos Grimm". Oliver Hartwin quería comerse a un ser humano, así que hizo uso de las modernas tecnologías de comunicación (ahora llamadas redes sociales) y en un subterráneo foro alemán sobre canibalismo envió un mensaje-petición que decía, más o menos: "Me quiero comer a alguien, si quieres ser comido y vas en serio, ponte en contacto conmigo". Recibió una respuesta que iba en serio. Simon Grombeck quería ser su carne. Eso sí, debía empezar por el pene, a ser posible arrancado a dentelladas. Y así fué. A Hartwin lo pillaron porque, viendo sublimados sus deseos con tanta facilidad, envió un nuevo mensaje: "Me estoy quedando sin carne. Si quieres que te coma ponte en contacto conmigo". Alguien denunció y lo pillaron enseguida, aunque, tema mental al margen, tampoco le pudieron endosar muchos años por un elemento palpable en toda esta historia de A necesita a B y B necesita a A: el consentimiento.

Rohtenburg es una muy fría y oscura película alemana, filmada aparentemente sin pasión y desprovista de juicios morales. Es por eso que ha levantado polémicas, cosa lógica, y que incluso el propio caníbal real, desde su carcel-manicomio, haya emprendido una batalla legal en pos de su prohibición. Supongo que exponer de manera tan clara y diáfana los hechos ha molestado su intimidad. Tomando como eje argumental a una morbosa estudiante norteamericana que investiga el caso para realizar una tesis doctoral, lo cierto es que la película está bastante bien. Pausada, oscura y con un concepto del horror tan alejado de lo habitual como efectivo, en el sentido que mostrar esta perturbada historia de amor de manera tan poco sutil puede afectar a más de uno. De hecho, en el pase se produjo el desmayo de un joven mocetón, justo cuando el filme acababa de mostrar el primer encuentro entre Hartwin y Grombeck ("Hola, yo soy tu carne") y se adentraba hacia los vericuetos de la castración gastronómica. Yo, que soy un malpensado de cojones, enseguida elucubré que ese desmayo no era más que una abrupta salida del armario de alguien que quiere ser carne. Igual y lo consigue: en uno de los mensajes de correo que recibe la estudiante norteamericana podía leerse el meollo del asunto, aunque las líneas de subtitulado lo obviaban: "En Alemania hay más de 800 solitarios caníbales". La Sociedad Borderline tiene estas cosas y las modernas redes sociales de comunicación están aquí para ponerlos en contacto.

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