2.6.05

Simpsonario (CXCVIII)

Dirigible

Homer renuncia a un vuelo en el medio de transporte aéreo más obsoleto, pero también más fascinante, para poder pagar la cuota de inscripción de una Lisa insólitamente apenada por su aspecto físico en Lisa reina de belleza. Sin embargo, Homer es muy hábil en sublimar el viaje en zepelín jugando en la cocina con un pepino bastante parecido por su forma al aparato volador anhelado. El dirigible sigue en los pensamientos de Homer, entre la vigilia y el sueño, con los efectos del alcohol: duda si es real o no verle hacer piruetas en el cielo mientras lanzaba botellas de Duff en Sin Duff.

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