5.1.05

BAILANDO EN LA CADENA DE MONTAJE



Durante las últimas semanas me han leido llorar que si tenía mucho trabajo, que si debía quedarme a trabajar todas las tardes, que si no tenía tiempo para leer o disfrutar de mis ausentes y pajera aficiones. Minucias. Tonterías. Soy consciente de que, en muchos aspectos, soy un privilegiado. Y leer todos esos lloros... En fin. Que vale. Que sí. Cuatro semanas a destajo. Afortunadamente existió la Tamla Motown.

Ah. La Tamla Motown. Menudo sello discográfico. No saben ustedes lo mucho que me alegra poner en la oficina el cuadruple cedé Hitsville USA The Motown Singles Collection 1959-1971. Y es que por momentos me he descubierto danzando y saltando con jovialidad por la oficina, silbando tonadas, berreando sutilmente, realizando espasmódicos movimientos sincopados. Y todo ellos sin dejar de trabajar, o, incluso diría más, incrementando mi ya de por sí inusitada productividad.

La culpa, como no, es del señor Berry Gordy Junior. y de su fábrica de ritmos pop, quizá la más exitosa factoría de éstos. Nuestro héroe, un negro proletario multitarea de Detroit, la ciudad del motor, decidió un buen día lanzarse a la aventura e invertir sus ahorros en la creación de un sello discográfico. Su objetivo era fabricar soul bailongo con una sutil característica: salir del ghetto negro, conseguir entrar en las casas de los blancos con música de negros. El secreto: POP. Dulcificar la dureza de la Stax y del r’n’soul del Sur. Invertir en memorables estribillos. La idea no le vino de golpe. Durante mucho tiempo Mr. Gordy trabajaba en la cadena de montaje de la Ford por el día y dedicaba la noche a componer hits para otros artistas. En 1958 le pasó Reet Petite a Jackie Wilson y no sólo fue un éxito sino que entró en los charts. Los blancos empezaban a comprar discos de negros sin pudor. Ya no hacía falta que un cantante blanco versioneara un black hit para que éste entrara en las listas. La inversión inicial: 800 dólares. Y un pequeño estudio en cuya entrada se podía leer toda una declaración de principios: Hitsville U.S.A.


La casa del ritmo

A partir de ahí, una auténtica fàbrica de montaje creativa. Smokey Robinson y los célebres Brian Holland, Lamont Dozier y Eddie Holland fabricando ritmos y estribillos. Encadenados en pos del single perfecto. El primer éxito,la demoledora Money (That’s What I Want) interpretada por Barret Strong. El primer número uno, la maravillosa Please, Mr. Postman de las Marvelettes. Y luego una lista de artistas de la casa que quitan el hipo y elevan traseros dispuestos al baile: Smokey Robinson and the Miracles, Martha Reeves and the VandellasJimmy Mack!, ¡Heat Wave!) Marvin Gaye (que aún tardaría un poco en sacar su obra maestra: What’s Going On), un jovencito Stewie Wonder de ritmos espasmódicos y armónica tempestuosa muy alejado del tipo plasta en que se acabó convirtiendo, The Temptations, las maravillosas Supremes (busquen, por lo que más quieran The Supremes a-go-go y sepan lo que es comenzar un fin de semana como Dios manda pinchándolo a primera hora de la mañana), los Jackson Five y unos cuantos más.

Yo me declaro fan irredento de la Tamla Motown de los Sesenta y primeros Setentas. Me puede. Me arrebatan. Hay una veintena de hits que puestos seguidos y sin pausa me convierten en una especie de máquina de inusitado meneo bailongo (casi tanto como el It’s Alive de los Ramones). Que salta, baila y trabaja feliz. Es decir: un borderline pop.


felicidad a 45 revoluciones por minuto

1 comentario:

Anónimo dijo...

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