31.12.04

Simpsonario (LXX)

Boom

Más que la habitual explosión imprevista de una propuesta cultural en los medios de comunicación y su rápida explotación hasta el cansancio, el boom de los Simpson en los años noventa perdura aún en la actualidad, pese a un perceptible cansancio en los guionistas de la serie. El anticonformismo, la transgresión, la antipatía y lo feo se convierten así en un producto estético establecido en las cadenas de televisión, con el formato de serie y sin renunciar a la calidad del cartoon de autor. El boom de los Simpson significa también valorización de formas y contenidos variados, diferentes, alternativos, jocosos.

UN ASUNTO DE NARICES

El ser humano antes conocido como absence y actualmente una verdosa masa informe en estado semi líquido continua sin revertir a su apariencia original. Sus orificios faciales respiratorios continuan atascados. La más leve inclinación obtura de manera consistente e incómoda el agujero nasal de ese lado.

El ser humano antes conocido como absence y actualmente una verdosa masa informe en estado semi líquido continua sin haber montado su nuevo equipo informático. Esta tarde es el momento elegido para ello, siempre y cuando absencito lo vaya permitiendo. El pastoso estado de sus extremidades, semisólidas, quizá complique la operación dado que algunos materiales resbalan o atraviesan su cuerpo (viscoso).

El ser humano antes conocido como absence y actualmente una verdosa masa informe en estado semi líquido acudió ayer (arrastrándose) a su suministrador habitual de material digital virgen. Comprovó la existencia de numerosos reproductores de divx y realizó la pregunta del millón de dólares. “¿Alguno de estos lée subtítulos de divx y es multizona?”. La respuesta fue imediata. El Yamada 6700. “Es la bomba. Se lo llevan de diez en diez. Te vendo uno por 79 euros. Pero ya que se me acaban.

El ser humano antes conocido como absence y actualmente una verdosa masa informe en estado semi líquido dijo que s elo pensaba y regresó a su casa. Mientras iba llegando su mente iba procesando la idea de adquirir el modelo de reproductor. Así que acto seguido dio media vuelta (una vez descargados los paquetes que portaba) y (arrastrándose) regresó a su suministrador habitual de material digital virgen.

El Yamada 6700 es fino y gracil. Hasta hermoso. Y sí, se traga los cede-erres y captura los subtítulos .sub y .srt.; tan sólo de algunos filmes, aquellos que ya dieron algún problemilla (solucionable) en el pecé, no pilla el subtítulo. Cosas del ogg (cree saber) pero nada de lo que preocuparse. Son pocas películas y siempre queda el (flamante) equipo informático. La multizona debe ser tocada, pero para eso ya está el otro reproductor. Suerte que la mechatele tiene varias entradas de euroconector.

El ser humano antes conocido como absence y actualmente una verdosa masa informe en estado semi líquido está contecto con su nueva adquisición, que le abre una gama de placeres coolzetosos y le ayudarán a seguir deformando su sofá (ausente). Ahora sólo queda regresar a su estado sólido habitual y poder, así, sujetar el mando a distancia sin que éste se disuelva en la palma de su (verde y viscosa) palma de la mano.

El ser humano antes conocido como absence y actualmente una verdosa masa informe en estado semi líquido, a punto de cumplir los 39, exclama a sus lectores (con profunda y aquejada voz nasal):

“¡Feliz 2005, por el culo os la ahinco!”

Simpsonario (LXIX)

Bond, James

El más famoso agente secreto británico es honrado en la presentación del episodio Y con Maggie tres: en vez del gag del sofá, Homer aparece enfocado a través del cañón de una pistola igual que 007 en el prólogo de sus largometrajes.

30.12.04

telegrama

Equipo nuevo en casa. estop. pendiente de ser montado. estop. miedo torero a la conexión con el router de mi minilan local. estop. Constipado de proporciones cósmicas. estop. Hombre moco soy. estop. Constante emanación de líquidos. estop. Multitud de orificios taponados. estop. Veo el mundo como si estuviera suimergido en la fosa de las marianas con escafandra decimonónica. estop. Demasiado trabajo para quedarme en la cama. estop. Dolor muscular. estop. labios cortados. estop. Pasado mañana cumplo 39. estop. absencito en mode taladro on. estop. ¿Qué es eso verde y denso que hay en el teclado?. estop. Emano sustancias peligrosas. estop. blandiblup casero. estop. Está vivo. estop. Creo que va a devora... ghgheh schorfl

29.12.04

Simpsonario (LXVIII)

Bolos

Pasatiempo muy querido por varias generaciones de norteamericanos, también por Homer Simpson y sus amigos; hasta Marge durante algún tiempo, casi como reacción a un torpe regalo de su marido en Jaques, el rompecorazones, se aficiona, decide aprender a jugar y se enamora del instructor Jacques en un momento de delicado equilibrio en sus relaciones matrimoniales. En el episodio flashback Y con Maggie tres Homer se despide de la central para ponerse a trabajar en la bolera del barrio, sin embargo el nacimiento no deseado de la pequeña le estropea el proyecto. En Equipo Homer es Burns quien esponsoriza y forma parte del equipo de Homer, condicionando negativamente los éxitos de los partidos; sin embargo, tanto en éste como en los otros casos, los bolos se confirman como el único deporte en el cual Homer consigue de alguna manera triunfar. No es casual que también sean los bolos la afición preferida por Pedro Picapiedra y Pablo Marmol.

28.12.04

El mariachi se confiesa

Bueno. 28 de diciembre. El post sobre la película Los niños de la bestia era mi pequeña aportación a la tradición bromista de los Santos Inocentes. El filme, evidentemente, no existe. Ni Aurelio Chamán ni momias inmortales ni vampiras culonas. Inspirándome un poco en El charro de las calaveras, donde un mexicano con pinta de mariachi se enfrenta primero a un hombre lobo y luego a un vampiro (y que pronto tendrá cumplida reseña en este blog ausente).

No dispuse de demasiado tiempo porque a absencito le dio por inundarnos de papilla (patadón al recipiente en plena labor) y de mierda después (en cantidades industriales, sobrepasando la capacidad de los por otro lado estupendos doditis). Al final, una redacción rápida y apresurada basándome en las dos fotos que había seleccionado de mi archivo gráfico en busca de inspiración. La primera, la del hombre lobo, procede de La horripilante bestia humana. La segunda de El mundo de los vampiros.

En fin. Les mentí. Lo confieso. En los comments enseguida hubo quien se percató. Me quedo con la idea dada por Frunobrulax: "La verdad está en el google". Ahora, cuando alguien busque Los niños de la bestia se dará de morros con el post y, quizás, a partir de ese momento deje de ser un título ficticio.

UN MARIACHI CONTRA LOS MOSNTRUOS




Los niños de la bestia (Federico Martínez Monti, 1967) es otra de esas joyas mad-mex cuyo visionado es recibido con jolgorio y alegría en la mansión ausente. Una producción paupérrima y miserable, mal rodada, repleta de incongruencias, delirio y retales de otras películas. La cosa empieza con una especie de hombre lobo que se dedica a raptar niños por la noche. Los chillidos histéricos de una de las madres llaman la atención de una especie de cantante de rancheras, Aurelio Chamán de nombre. Ya de entrada, descacharrante. Bigotillo, amplio gorro de mariachi y caballo blanco moteado (aunque me temo que al caballo lo pintaron para la ocasión) a juego con los colores del traje de nuestro protagonista. Además, la peli parece estar ambientada en la época en que se rodó y Aurelio es puro anacronismo.

Nuestro hombre les suelta un largo discurso sobre una bestia que desde tiempo inmemorial ha estado asolando la zona (cercana a Jalisco). El hecho de que la gente de la zona lo desconociera y de que nuestro vaquero pasara por allí de camino no debe importarnos. Tampoco que la acción se traslade a una especie de castillo de cartón piedra de estilo transilvánico, rodeado de nieblas (y, estoy seguro, que está sacado de otra película). Allí, una especie de momia acartonada está sacrificando a un niño acompañado de una vampira culona y sugerente. Al fondo vemos a la niña que han raptado al principio ¡en un potro de torturas! La momia acartonada comenta que nota una presencia negativa para sus planes y le ordena a la vampira que arregle el problema.

La cinta, que ha empezado muy fuerte, decae durante un rato. Vemos al mariachi investigar por los prados a caballo (con el que mantiene ridículos diálogos). También pregunta a algunos campesinos si saben algo de la bestia. Por cierto, tras unos matojos, la vampira lo observa (a plena luz del día, pero qué más da) y finalmente regresa al rancho en el que se hospeda, el de la niña secuestrada al principio, la madre, por cierto, también es viuda. Comen frijoles y se percibe que a la señora le gusta nuestro amigo Aurelio. Tras la cena, un buen baño caliente. El problema es que la vampira se saca una serpiente de la manga y la cuela por la ventana. Vamos, lo nunca visto y un plan infalible. Obviamente, nuestro hombre no se sorprende lo más mínimo al descubrirla. La pilla con las manos y la lanza por la ventana. Luego se pone el pijama. ¡Y qué pijama! blanco con topos negros, como el caballo. La vampira se introduce en la habitación directa a pegarle un muerdo. Nuestro hombre se despierta en el último momento. Forcejean un rato. La mujer se transforma en murciélago (el típico de goma al que se le notan los hilos) y escapa por la ventana. Aurelio Chamán silba a su caballo, que acude presto. Monta y persigue al bichejo volador (nuestro hombre tiene buena vista, porque el murciélago es negro y es de noche) hasta el castillo (vemos la misma imagen que antes). "Ajá" exclama, le comenta al caballo (de nombre Pinta, por lo que supongo que es yegua) y da media vuelta de regreso al rancho.

Lo siguiente es toda una explicación de la momia cochambrosa a la vampira. Mero artilugio del (alucinado) guionista, que por fin a decidido explicar lo que pasa al (atónito) espectador. Porque imaginamos que la vampira todo esto ya lo sabía. Al parecer la momia sacrifica niños para conseguir la vida eterna, pero el proceso es lento y se transforma en hombre lobo. "Ahora que estoy tan cerca de conseguirlo, debemos detener a Aurelio Chamán". La vampira, que no dice ni mú en todo el metraje, asiente.

Nuestro héroe desayuna y le comenta la jugada a la madre, doña Inés de nombre, y al abuelo. Al parecer el castillo está deshabitado desde hace mucho, pero los habitantes del pueblo prefieren mantenerse alejados. Pasan cosas raras. Aurelio ha decidido aventurarse pese al temor de doña Inés. Llega al castillo, plagado de ratas, se enfrenta a la vampira, que primero lo hipnotiza sin éxito. Acabará despeñada por unas rocas tras un rato de pelea. Luego la lucha contra la momia, que ya es hombre lobo, bastante larga y con persecuciones interminables escalera arriba y salón abajo. Al final, como siempre en estas películas, el fuego purificador. Pero claro, aún queda la niña. Aurelio silba a su caballo y montado en él recorre el castillo en llamás, encuentra a la pequeña y venga para casa mientras suena una (horrorosa) tonada mexicana. Como es lógico, madre y niña le pedirán a nuestro héroe que se quede con ellas, pero claro, en otros lugares habrá gente necesitada como ellas de ayuda. Aurelio Chamán partirá en solitario y se perderá en el horizonte mientras suena una ranchera. No me negarán que es otra joya a reivindicar, al fin y al cabo, ¿para qué quiere una momia ser inmortal?


27.12.04

No soy esa clase de stripper, tonto

A veces las cosas se enlazan de un modo casual. La mañana del día 25 me he leí un tebeillo que corría por casa desde hace bastante tiempo. De esos que uno se compra casi sin querer y que quedan arrinconados porque siempre hay algo mejor que hacer. El tebeo en cuestión es Painkiller Jane vs The Darkness. Un cruce entre personajes de las editoriales yanquis Event y Top Cow. ¿Y por qué me hice con él? Bueno, el guión es de Garth Ennis y le tengo mucha simpatía al irlandés. Cierto es que tiene productos alimenticios, como éste, o que a menudo no saca todo el potencial que sé que tiene (y que ha demostrado en ocasiones) dejándose llevar por su lado más brutote. Pero a mí es que esa faceta también me gusta. Así que suelo acabar comprando todo lo que lleva su firma. Aunque se trate de tebeos tan nimios como este.

The Darkness es su creación para Top Cow. No es gran cosa. Me compré los primeros números (por Ennis, claro) pero a la que empezaron los cruces con esa aberración que era Witchblade huí como un bellaco. Además, el irlandés había hecho lo mismo. Painkiller Jane es un personaje femenino sin pena ni gloria. Una tipa de gatillo fácil, envuelta en vendas y que se recupera de sus heridas milagrosamente. Asín que el creador de Predicador los arrejunta en 22 páginas que se leen en tres minutos. Muchos tiros, algún momento de mala leche, algún efecto gore y, sobre todo, mucha sangre. Además, se recrea en la tipa de las vendas, que como puede curarse es una buena diana sobre la que practicar violencia gratuita.

A lo que iba. El azar. La noche anterior me había dedicado a linkarles a ustedes, queridos lectores, la galería de las masked females. Inquieto por la maldad que en ellas intuía. Y al día siguiente me doy de bruces con la viñeta del tebeo que les he escaneado. Admiren con que simpatía la chica enseña su armario de disfraces. Pieles humanas. “No soy esa clase de stripper, tonto” decía en la viñeta anterior.


Miedo, digestión, paranoia e informática

Me encontraba yo subiendo a blogger el post de las mujeres enmascaradas. Arreglando los enlaces y tal. Conectado al blogger con mi password. Doña Absenta quiso leer el texto intrigada por la foto que acompañaba el post. La barra de conexión parpadeaba constantemente y, cual fue mi sorpresa, que al subirlo descubrí que buena parte del texto había cambiado por una dirección de internet ignota para mi (y que no apunté, por cierto) y extraños textos en vaya usted a saber que lengua noreuropea. Rápidamente cerré el ordenador. Volví a abrir y, veloz como si tuviera al diablo tras de mí, entré al blogger, recoloqué el post original, lo envié y me desconecté de nuevo. Todo arreglado. Era Nochebuena y posiblemente alguien andaba hackeando por blogger o por mi ordenador (y eso que tengo bastante seguridad). Por si acaso hasta cambié mi contraseña de acceso.

Al día siguiente todo parecía ir bien hasta el anochecer. Tras la opípara comida en casa de mi suegra, con el estómago a rebosar y un almax en la boca, acababa de redactar un nuevo post (fruto del azar y relacionado con las enmascaradas, que seguían en mi mente). En el interior de mi estómago algo comenzaba a fermentar y la boca de éste, de mi estómago, iba enviándo hacia arriba desagradables y agrios vapores. Yo, mientras tanto, acababa de escanear una imagen y me disponía a enviarla al Blog Ausente. Nada. La cosa no funciona. EL correo electrónico se paraliza. Y mi blog, ay mi blog, también se congela cargando la foto de la masked female de Nochebuena. Reinicia, intenta.. Nada. Todo quieto. Algunas páginas me cargan, otras no. Otra dirección de correo me funciona, pero no la más habitual. ¡A dormir! Mañana será otro día. San Esteban. En Catalunya, a ponerse hasta el culo de viandas de nuevo. Por cierto, en un ataque de pavor enmascarado retiré la foto de la enmascarada a ver si me cargaba la pàgina. Un conato de Miedo paranoico. Lo reconozco. Imaginé a una de esas enmascaradas jaqueando mi pc. O mi blog. O algo. En la soledad de su hogar, en Navidad, con una colección de màscaras de piel humana en el armario. Desde la gelitud danesa. Pero todo siguió igual.

La mañana de San Esteban estuvo dedicada a medidas de seguridad. Revisar el firewall. Pasar antivirus online por si había fallado el de casa. Testeos de puertos y antitroyanos on line. Nada encontraba pero la cosa funcionaba a medias. El correo paralizado. Algunas páginas que no cargaban (entre ellas este Blog Ausente). Mi sospecha era que algo funcionaba mal en algunos servidores. Llamé a mi proveedor de servicios. Teléfonica. ¿Saben si va todo bien o hay problemas en algun sitio? “No tenemos ninguna incidencia detectada. (Permitan que me ría, con la que estaba cayendo en media España). Opté por dedicarme a mejores tareas y esperar acontecimientos. Afortunadamente, desde el medio día de hoy las cosas han vuelto a su cauce.

24.12.04

SMELL OF (MASKED) FEMALE



A estas alturas, el asiduo visitante de este Blog Ausente conoce el respeto y devoción que tengo por las películas de luchadores enmascarados mexicanos. No son los únicos enmascarados que me gustan. Incluyan en el lote numerosos héroes del cómic y del cine. Vale, son unos cuantos, pero de momento y en su mayoría fervorosos defensores del bien. Luego están los enmascarados malignos, villanos que ocultan su rostro, generosos psicópatas enfundados en máscaras de hockey o en máscaras de piel humana de fabricación casera (el gran Leatherface de La Matanza de Texas). La música pop tampoco está exenta de máscaras (uno de los componentes de mis queridos Ultraplayback, sin ir más lejos). Ni la cultura tradicional popular y sus festejos, no siempre inocentes.

De hecho, en la sociedad borderline es habitual el uso de máscaras tácitas (es decir, que están ahí pero no son evidentes) utilizadas para la supervivencia o la supremacía en el devenir cotidiano. Pero en este último caso ya nos alejamos de la máscara lúdica y no van por ahí los tiros de este post navideño. Vaya, máscaras y Navidad, bonito tema sobre el que se podría hablar largo y tendido, ayer mismo, sin ir más lejos, he podido ver en el culebrón de tv3 como un individuo con careta de Papa Noel violaba a una de las protagonistas, la Paquita.

Máscaras y sexo. Aunque el ejemplo dado sea violento, desagradable y reprobable. Corramos un tupido velo. Sigo. Siempre se hace la bromita: "te gustan los luchadores mexicanos, eh pillín". El rollo filogay de los gladiadores y la lucha grecorromana. O las máscaras de látex que tan bien nos muestra Miguel Angel Martín en sus historias (soy fan aunque lo tengo un poco disperso últimamente). Todo este rollo que les estoy contando procede de mis esfuerzos introductorios para esta página web. Ni más ni menos que un tributo fetichista de mujeres que gustan de utilizar máscaras en su lúdica vida privada. Imagino que se trata de una minoritaria corriente erótica. La desconocía hasta la fecha. Nada sé los hábitos con los que disfrutan de sus tiempos de ocio estas señoras. Quizá se trate de un inocente entretenimiento pajero tipo trekkie; o quizá oculta un mundo subterráneo y bizarro lleno de sudor. Nada sé. Sólo las fotos. Y aunque uno es malpensado, únicamente me fascina el horror de máscaras que utilizan. No son agradables. Dan como miedo. Quizá esté ahí la gracia. El plus del miedo en el erotismo, la atracción por lo desconocido, la seducción sin rostro, o mejor, de rostro aséptico que se superpone a lo humano. Porcelana agria. Sentimientos pálidos. Yo creo que hay maldad, lo que no sé es si de la inocua o de la perversa. ¿Dejaríais vuestros cuerpos, queridos lectores, a disposición de estas anónimas chicas enmascaradas? Esta es la pregunta que les planteo en esta noche de paz y amor.

Simpsonario (LXVII)

Bobbins, Shary

Mágica niñera de la vieja Inglaterra cuyo nombre y apellido son una referencia explícita al personaje de Disney Mary Poppins; también el título del episodio, Simpsoncalifragilisticoespialid...¡oh!so, evoca una célebre canción de la película. La desmitificación del personaje se produce en dos frentes: en la complicada relación con la familia Simpson y en un final decididamente pulp.

Simpsonario (LXVI)

B-movie

En sentido literal: películas de serie B, es decir, de bajo presupuesto, con escasos medios técnicos y artísticos; su etapa de apogeo se produce en los años 40-50 y, a partir de los 80 muchas de ellas se realizan pensando expresamente en su pase televisivo o su explotación directa en video doméstico. En los Simpson destaca el secundario Troy McClure, héroe de acción de serie B en los años setenta que se convierte en protagonista del episodio Un pez llamado Selma (parodia del título de la película Un pez llamado Wanda de Charles Crichton; el nombre del actor, por cierto, también parodia el de Doug McCloue, habitual de la serie B y la televisión de los 60-70). Existen muchos rumores sobre las tendencias sexuales de este protagonista (el ficticio de la serie) de películas de serie B: lo imaginan comprometido precisamente con los peces a causa de los grandes acuarios de su excéntrica mansión. Por otra parte, existen numerosos homenajes a la serie B de corte fantástico, una de las debilidades de Matt Groening. Algunos serán citados en este simpsonario.

23.12.04

Felices digestiones

Ando de culo y muy atareado. Pero parece que es costumbre en la siociedad borderline felicitarse las fiestas y demás. Yo, persona ausente pero miembro de pleno derecho de dicha sociedad, hago lo mismo. Que tengan ustedes felices fiestas y sean muy felices. Por mi parte, soy del nutrido grupo que considera esto de las fiestas un engorro más que otra cosa. Y un par de días de fiesta que siempre vienen bien pasan a ser meras grandes digestiones que ni sirven para descansar ni nada.

Luego está lo de los regalitos, que siempre mola más. Además, en mi caso son por partida doble, dado que el uno de enero es mi cumpleaños (ya tocaré el tema la próxima semana). Sólo así se explica el inminente nuevo ordenador, el nuevo colchón de matrimonio y la siguiente lista de dividís que poco a poco iran llegando al buzón de casa:

The Mummy Legacy Collection
Eternal Sunshine Of The Spotless Mind:Special Edition
The Monster that Challenged the World
The Man From Planet X
It Came From Beneath the Sea
Munsters: Complete First Season
Village Of the Damned / Children Of The Damned
Blood And Black Lace (aka Seis mujeres para el asesino)
Flintstones: Season 2
The Fog Special Edition
The Black Scorpion
Return Of The Vampire
Mars Needs Women
Beast from 20000 Phatoms
Godzilla vs Space Godzilla /Godzilla vs Destoroyah

22.12.04

Simpsonario (LXV)

Blanco y negro

Usado con efectos cinematográficos y metalingüísticos, con multitud de ejemplos. En Bart, el genio el chiquillo, que no logra resolver un problema de matemáticas, tiene una terrible alucinación: se ve a sí mismo en blanco y negro en medio de unos gigantescos números de color rojo. En Jaques, el rompecorazones Marge imagina un idilio con Jacques (su profesor de bolos) entre decorados modernistas y bailes desenfrenados. En El suspenso del perro de Bart un gran angular muestra las imágenes en perspectiva canina, ya que el protagonista es el Pequeño Ayudante de Santa Claus. En Tres hombres y un cómic es encontrada una vieja filmación en la que aparece el Hombre Radiactivo anunciando cigarrillos. En los créditos finales de Homer, bateador se resumen los rasgos principales del episodio mediante imágenes en tonos sepia y al estilo de una película antigua. En Rasca y Pica: la película la remisión al blanco y negro es doble en tanto que, además de visionar los episodios histórico de la serie (dentro de la serie), se rinde homenaje a los primeros dibujos animados de Disney. En la segunda historia de La casa-árbol del terror III se resume incluso el King Kong de 1933.

21.12.04

Imposible me es escribir cualquier cosa esta noche. No hay texto pajero nuevo. Lo que si es nueva es la cama en que reposarán mis huesos esta noche (y espero que muchas de las siguientes). Pedazo de colchón matrimonial. Hemos ganado 35 centímetros de ancho. No será lo único nuevo. La decisión de cambiar mi pc es ya férrea y no tiene marcha atrás. Supongo que en una semana o así tendré el nuevo. Con la pereza que me da instalar todo otra vez. Será mi tercer ordenador desde 1996. Por fin tendré gigas a manta, grabadora de dvd y dejaré de depender del ordenador de doña absenta para según que cosas. En casa tenemos dos, conectados en red, uno en cada despacho respectivo. Ni que decir tiene que mi despacho se reconoce enseguida por el desorden y las pilas de libros, cedés, tebeos y porquerias que se acumulan. Ayer el aspecto era deplorable y quería hacer una foto. No descarto remitirla en el futuo. Menudo post ombliguista el de hoy. Creo que me voy a leer a Garth Ennis a la cama. Espero que mañana sean ustedes millonarios.

Simpsonario (LXIV)

Big Foot

Homer en El abominable hombre del bosque es confundido con el legendario e inalcanzable monstruo que vive en los bosques de Norteamérica; acabará en la primera página de los diarios y para su mujer Marge será muy difícil convencer a los periodistas de la inexactitud de la información.

Simpsonario (LXIII)

Biblioteca

Muy frecuentada por Lisa, que lleva a su hermano por primera vez en el episodio El club de los patteos muertos para buscar bibliografía sobre cómo desafiar y ganar al mini golf al vecino, el primogénito de los Flanders. La rivalidad, pero, la han incitado los padres.

20.12.04

MEMORIAS DE UN FRANCOTIRADOR

Parece mentira. Antes del advenimiento de absencito, un libro de unas trescientas páginas me duraba, de media, de una semana a diez días. E inmediatamente era sustituido por otro. Casi sin descanso. El viernes terminé la lectura de las Memorias del Tío Jess (Aguilar, 2004). Un libro ameno y de lectura fácil que me ha acompañado casi durante 4 meses. Mis ritmos, definitivamente, han cambiado.

La autobiografía del pintoresco cineasta Jesús Franco. Nada menos. Vaya por delante que me han producido una cierta decepción. Y vaya por detrás que no es un mal libro cuando uno constata definitivamente que va por otros derroteros bastante alejados del aficionado al bajo presupuesto. Es decir, que quien vaya buscando conocer de primera mano la aventura cinéfaga (y nunca mejor dicho) del director de Necronomicon, se topará más bien con una reconstrucción biográfica de la España de posguerra. No exenta de interés, por eso. Y bien escrita, a mi juicio. Sin florituras pero directa, ágil, que se lee sin esfuerzos.

El Tío Jess dedica la mayor parte de las páginas a rememorar su juventud y a describir lo que en el fondo me ha parecido que podríamos llamar, con mucha cautela, pre-contracultura española. Me explico, ya que hablar de contracultura en la España de los 40-50 es bastante aberrante. Por eso ese PREfijo. Pero es lo que pensaba al leer todas esas tímidas e inocentes aventuras del joven e inquito músico amateur de jazz y chachachá que se escapa por las noches y recorre un Madrid subterráneo que malvive pese al régimen. Eso, la pasión por la música y muchas de las anécdotas son lo mejor del libro. Y el enorme resentimiento del autor hacia la dictadura en general y hacia la censura en particular es una de las conclusiones claras. El Tío Jess hizo el cine que hizo ¿porque quiso o porque no tuvo más remedio? Una mezcla de las dos cosas variable según la etapa.

Ya que he tocado el meollo del asunto. El cine. El lector encontrará en el libro principalmente el fervor de una rata de filmoteca emigrada a París y las impresiones de primera mano sobre Welles, Bardem y Berlanga. Y es que Jesús Franco se muestra bastante esquivo a la hora de hablar sobre su extensa y dispar filmografía. Apenas unos pocos títulos y algunos comentarios sobre erotismo y pornografía. Así, resulta curioso encontrar mínimas o inexistentes referencias a sus filmes con Soledad Miranda, la experiencia de adaptar el Drácula de Stoker, la fascinación por el personaje de Orloff. O su participación peterlórrica en esa obra maestra del cine español que es El extraño viaje, sin ir más lejos.

Uno se queda con las ganas de saber más sobre esa extraña adicción al cine. A rodar sin descanso. A acabar un filme y continuar con dos a la vez. Al recurso del engaño para seguir filmando, sin parar, con su "compañía estable de actores". Aprovechando esto y aquello. Hacer cine como pulsión vital, a menudo desentendiéndose del resultado (y del espectador). Ese es el Jesús Franco del que me gusta leer o hablar (incluso más que ver muchas de sus películas, ojo). Un conocido que trabajaba en un hotel de la costa catalana me explicaba que el Tio Jess, en los 80, estuvo allí hospedado durante más de un año. Aprovechó las estancias y alrededores para filmar un par de películas. Una de ellas hasta ambientada en el Caribe. Mi amigo, de hecho, incluso participó de extra en ellas, que si ahora el botones que abre la puerta, que si luego llevas un paquete. Y de pronto, un buen día, ni rastro. Sin pagar algunos meses. Dejando olvidadas algunas bobinas. Con los bártulos a otra parte. A seguir filmando. Como sea. Como los Desperados.

Ese es el Jess que más me fascina pero del que hay poco en sus memorias. Si buscan a ese Jess, léanlas (claro, es su relato y ayuda mucho a conocerlo) pero compleméntenlo, entre otros, con el texto y la entrevista incluidos en Cine Fantástico y de Terror Español 1900-1983 (Semana de cine Fantástico y de Terror de San Sebastian de 1999) y con Jesus Franco, Francotirador del cine Español (DeZine nº 4, 1991).

Por cierto, al margen y para acabar. Resulta curioso el uso abusivo que del término casposo se hace en el libro. A menudo leo o escucho vincular lo casposo con el cine de Jesús Franco. No sé. Yo creo que la caspa mediática es una cosa más vinculada al cine de los Pajares y Esteso, por ejemplo, que al cine como pulsión vital (por malo que sea) del Tío Jess. Quizás pretenda, a fuerza de utilizar el adjetivo, gastarlo. O que, si todo es casposo, nada lo es.

Simpsonario (LXII)

Bibliografía

Desgraciadamente, en España no hay demasiada variedad de referencias bibliográficas sobre los Simpson. Dejando de lado la existencia de reportajes en revistas de carácter más o menos especializado (alguna de ellas más que interesante) y cientos de noticias de periódicos, por lo que a libros centrados en los personajes de Matt Groening se refiere disponemos básicamente de los títulos publicados por Ediciones B y que, de hecho, son en realidad traducciones de ediciones norteamericanas oficiales. Destacan, en este sentido, los títulos que proporcionan información útil sobre la serie: La Guía Completa de Los Simpson y su continuación Los Simpson ¡Por siempre!, junto a los que podemos agrupar La Guía de Springfield, El Diario Familiar Íntimo y La Guía de la vida según Bart Simpson. Un segundo grupo lo componen diversos libros de juegos y entretenimientos de carácter infantil. Finalmente, debemos hacer referencia a la edición en español de los cómics procedentes de la editorial norteamericana Bongo Comics, que tendrán su entrada correspondiente en el simpsonario. Al margen de Ediciones B destacar el estudio Detrás de los Simpsons de Juan Pablo Martín Correa, editado por Ediciones El Laberinto.

Simpsonario (XLI)

Bertolucci, Bernardo

Director, entre otras, de El último emperador. Al protagonista de la película lo cita Homer de pasada en el episodio Homer el Grande.

19.12.04

PIPA Y GAFAS; ELEGANTE, ATLÉTICO, INTRÉPIDO



Teóricamente, debería haber salido a la venta esta semana. Creo que no ha sido así. Estoy hablando del estupendo Rip Kirby de Alex Raymond. En su formato apaisado, el adecuado para una historieta cuya procedencia es ser una tira diaria de periódico. Y en el blanco y negro original.

Yo, que me debo a mis lectores (juas), por una vez me he dejado llevar por el instinto de lo actual y, al poco de anunciarse la edición de este clásico en mayúsculas, saqué de mis estanterías mis tomos de Buru-Lan. Si no recuerdo mal la penúltima edición del detective en nuestro país. Y me puse a leer. Y a leer. Un jodido placer. Y eso que no me ha dado tiempo a liquidar la lectura de mi colección (incompleta, los cuatro tomos no daban para más). Concretamente he leído las tiras que van de marzo de 1946 a enero de 1949. Insisto, un jodido placer.

Hacía muchos años que no me acercaba a Rip Kirby. Dos décadas. De adolescente lo releía a menudo. Uno de esos tebeos que han ido a para a tu casa no sabes muy bien cómo (un prehistórico saldo en el simago y un niño plasta para con sus progenitores y allegados, creo recordar) y repasas un domingo por la tarde sí y el otro también. Y algo de mágico tiene reencontrar esas viñetas, después de tanto tiempo, y ver que siguen como estaban (o mejor). Y que el cerebro las recuerda. Cada vez más. Como un mapa de relieves inflándose en tu memoria. Esa es la primera sensación que tuve hace unas semanas. Pero enseguida la maravilla ante los (preciosos) dibujos en los que me perdí tantas veces dio paso a otra sensación, la de que estaba leyendo un tebeo enormemente moderno. Casi sesenta años desde su aparición y bien poco que se nota. No pasa lo mismo con Flash Gordon. Quizá sea que se reeditan pocos clásicos y uno ya ni recuerda porqué lo son. Pero coño, es que esto está tan de punta madre narrado. Sin cansinos textos de apoyo. Con la apropiada mesura de lo narrado sin excesos. Con agilidad. De una viñeta a otra, de una página a otra, de un volumen a otro. Y eso que al autor le gusta recrearse en una postura de Honey Dorian, en la riqueza de ambientación, en el diseño de ese traje. Es moderno en lo narrativo y encantador en sus (perfectos) dibujos.



Rip Kirby es un detective. Un científico pero también un hombre de acción. Héroe de la Segunda Guerra Mundial, al fin y al cabo. Le acompaña Desmond, mucho más que un mayordomo: un antiguo ladrón de guante blanco experto en abrir cajas fuertes. No falta la chica, la citada Honey. Modelo. Muy femenina. Pero también una hembra de acción (como las mujeres de Howard Hawks). La tensión sexual es enorme, pero muy elegante, y frívola. A eso ayuda Pagan Lee, primero mujer fatal y luego actriz de cine (Madelon) de pasado oscuro (aunque el lector fiel lo conoce). Y luego una galería de villanos variada. Mangler, el triturador huido de Alcatraz, es el más citado, el que acostumbra a figurar en las galerías de personajes, pero no el único. El extorsionador y tahúr Dedos Moray, la perversa Lady Lilliput, la siniestra Miss Priscilla, el excéntrico Capitán Cormorant y un montón de anónimos y variopintos delincuentes.



Habitualmente, cuando se habla de Rip Kirby se habla de realismo. No lo voy a negar pero requiere cierta matización. Por un lado, se habla de realismo por contraste y de su autor, célebre por ser el creador de Flash Gordon o Jungle Jim. Nuestro detective es, claro, diferente a ellos. No es un deportista aventurero de casaca roja practicando la esgrima contra una especie de Fu-Manchú del espacio exterior. Ni hay naves espaciales. De hecho, Raymond se recrea con el mundo de la moda y el glamour hollywoodiense, con los bajos fondos neoyorquinos (bueno, y también marselleses), con los campus universitarios, con los ambientes lujosos, con el mundo del hampa. Y de paso nos regala preciosas estampas de la América de Posguerra. También me ha sorprendido encontrar, en segundo plano pero sin tapujos, la realidad que a veces se olvidaba en los tebeos. Cómo se nota que no había comic code. Algunos adictos a las jeringuillas, mucha ambigüedad sexual. El actor y estrella Laddie Gaylord (por si su nombre no fuera suficiente) es evidentemente gay (vive con un hombre, al fin y al cabo, duermen en la misma habitación pero con camas separadas). No es el único caso.

Es por todo ello que es realista. Pero también es una ficción policiaca no exenta de humor, de argumentos que buscan, sobre todo, el entretenimiento del lector. Fórmulas robadas, armas´químicas, tráfico de bebés, cuevas misteriosas, marineros demasiado bonachones con los niños, modelos frívolas. Que se toma sus licencias, como debe ser, como lo que es. Un clásico del cómic en mayúsculas. Además, por si alguien lo dudaba: los lápices de Raymond son tan majestuosos como siempre. Acaso más. Exento de fantasía pulp pero sin perder la esencia visual tan propia de su creador.

Me compraré la nueva colección sin dudarlo. Primero porque va más allá de donde lo dejó la edición que tengo. No mucho, tampoco, ya que Raymond se estrelló con su deportivo en 1956. Segundo porque respeta el formato original. La edición de Buru-lan troceaba las tiras casi siempre para que cupiesen en una página de álbum de formato tradicional (no apaisado). Y las coloreaba de manera un tanto tosca, con horrorosos fondos monocromos violetas o amarillos. Y aún así esa edición es bastante maja, no me pregunten por qué. Tercero, porque merece la pena, mucho.


Maintaining My Blog

Hace un par de días cambié el rollo ese que hay debajo del nombre del blog. Borré toda aquella parrafada del "hecho con prisas, sin contratar, con alzheimer, etc." Sigue siendo cierto y no puedo más que postear encomendándome a la escritura inmediata y al veloz repaso ortográfico y de estilo. Quedan sus fallos y su cagadas pero para eso están los comments. Mejor así. Ahora he sido un poco más descriptivo con los contenidos. Después de cuatro meses la cosa parece tomar ya una línea determinada. Me gustaría hablar de tebeos, pero bueno, todo son rutinas que cambian. La música si que ha quedado muy relegada. Intentaré corregirlo en el futuro. ¿El futuro?

Es brutal como he reducido mi tiempo de ocio desde que vino absencito y, a los pocos días, decidí montar el blog. Ahora ya va por las tres papillas diarias: verdura, frutas y cereales. Y sepan una cosa: tres papillas, tres horas. Bueno. A lo que iba. El rollo éste que suelto ahora sobre el cine de derribo, el pulp, los tebeos, la sociedad bordarline, etc. ¿Les gusta? ¿Hay que mejorar algo del texto?

Lástima de tiempo. Me gustaría currarme un logo. Para poner donde lo de El Blog Ausente, arriba del todo. Con el MecaniKong de King Kong se escapa, con un Wang Yu en actitud kungfunesa, con la negra de los tebeos de Puño de Hierro (Misty Knight), con Santo el enmascarado hablando por teléfono y con un zombie decrépito (y caníbal). Y lo de El Blog Ausente con letras de recortes de periódico. Como los anónimos. Como punk. Vamos. Jugar con el Photoshop. Algún día lo intentaré. Esperen sentados.

Sunday Postal (IV)



Retomo la costumbre de las postales domingueras tras unas semanas que por una cosa u otra faltaron a su cita. En esta ocasión una portada borderline de Superman (en su edición hispana de Novaro) en la que Luisa Lane decide ser negra durante 24 horas. Las postadas del superman de los 50 y 60 eran puro delirio, y la imagen procede del primer artículo que la web amiga del señor Viruete dedica al tema: Las portadas más bizarras de Superman. Desde aquí pedimos más. Aquellos tebeos eran puro delirio y los recordamos con cariño ausente.

17.12.04

Simpsonario (LX)

Bergstrom

Sustituto de Lisa en un único episodio (El sustituto de Lisa, precisamente), es representado como un típico profesorcillo de izquierdas, cuyo modo de actuar y los consiguientes métodos didácticos vanguardistas no pueden dejar indiferente a la niña, que acabará por enamorarse no tanto por impulsos sexuales explícitos sino más bien por haber visto en él un sustituto paterno o la figura ideal de referencia absoluta. Al terminar la sustitució, recuperada la profesora Hoover, Bergstrom será trasladado a otra localidad.

Simpsonario (LIX)

Benjamin, Doug y Gary

Tres estudiantes inscritos en la Facultad de Física, muy cultos y ocupados, que tendrán a Homer como compañero de habitación en el episodio Homer asiste a la universidad; adoran los sketchs de los ingleses Monty Python y las conferencias sobre Star Trek, mientras que, como buenos defensores del capitán Kirk, odian los grupos de debate en Internet a favor del doctor Spock. Con estos tres muchachos estamos ante otra lograda parodia de la cultura americana: los jóvenes modelo que están totalmente fuera de la realidad, pero que acaban, en cierto sentido, por avalar el sistema, al menos hasta que no entran en contacto con los planes “subversivos” del genial Homer. No hace falta decirlo: la ciencia y la paja.

Simpsonario (LVIII)

Belleza

En el episodio Lisa, la Reina de la Belleza, convencida de ser fea, la niña participa en un concurso de mises; una vez superadas las previsiones más halagüeñas, surgen las primeras dudas hamletianas: la chiquilla se pregunta, en efecto, si la ostentación de la belleza es compatible con sus ideales de vida artístico-cultural. El punto de vista de este argumento, a través de los ojos de la protagonista, enlazaría con el llamado posfeminismo americano: ya no hay un claro antisexismo, es decir, un rechazo apriorístico de la mujer sensual, que se quiere y se gusta físicamente; pero al mismo tiempo no existe tampoco un incondicional ajuste a las reglas con frecuencia crueles de la feminidad exhibicionista. ¿Prevalece el ser sobre el aparentar? Al menos se abre un interrogante y a veces se pone en evidencia el problema de forma dramática y autoconsciente.

16.12.04

EL TEBEO PARA OLIGOFRÉNICOS QUE USTEDES NECESITAN



Ha sido el último gran descubrimiento (de una larga lista) que me ha proporcionado El Víbora. (Y la palabra último adquiere triste contundencia, pero eso mejor lo dejo para otro día). Al principio no le hice demasiado caso, quizá no me llamó la atención de entrada. No sé. Pero un buen día, hará cosa de año y medio, estuve a punto de morir. Me reí con una viñeta y luego con la siguiente. Y así, en una espiral hilarante que me provocó un jodido ataque de tos. Luego me atraganté. Me costaba respirar. Enrojecí. Pero seguía leyendo. Endorfinado. A partir de entonces ha sido siempre así. Pillé el punto. Vi la luz.

Estoy hablando de Johnny Ryan. Estoy hablando de dos de sus personajes. Los más famosos. Loady McGee y Sinus O’Gynus. Estoy hablando de un tebeo guarro, gamberro y que no conoce límites. Estoy hablando de dibujo feista. De un personaje asqueroso y puntiagudo, repleto de granos. Capaz de cualquier cosa. Sin respeto por él ni por nada. El otro es un calvo gilipollas. Y estoy hablando de un autor al que le entrego mis pulmones. Cualquier cosa es posible en sus viñetas. Sus personajes pueden morir en una historieta para volver a la siguiente.

Juventud Cabreada es el primen álbum unitario que aparece. Edita, claro, La Cúpula. Recoge historietas del original Angry Youth Comix. Cómprenselo, desparramen sus líquidos y revienten. Es una recomendación egoista. Necesito más números. Forman parte del lento suicidio hedonista que tengo planeado.

TRIBUTO, CON LA MÁSCARA PUESTA



En tal día como hoy, hace cuatro años, en el crepúsculo del siglo XX, el 16 de diciembre de 2000, Blue Demon nos dejaba.

Murió sin su máscara. A los 78 años de edad. De un repentino e inesperado infarto. En la calle pero en brazos de su hijo. Camino de su domicilio. Al salir de una estación de metro. Alejandro Muñoz, que así se llamaba, mantuvo su identidad civil siempre en secreto y nunca mostró su rostro públicamente.

Fue, tras Santo el Enmascarado de Plata, el más célebre de los luchadores mexicanos. De hecho, su relación con éste no fue precisamente buena. No eran amigos. Había mucha rivalidad entre ellos, por mucho que el cine los uniera en numerosas ocasiones y, de hecho, falseara un poco la realidad. La rivalidad nació cuando Santo obtuvo la máscara de Black Shadow, compañero de Blue Demon, en un tipo de enfrentamiento llamado Lucha de Máscaras. El que perdía se quedaba sin la suya. Blue Demon, también conocido como El Manotas por el tamaño de sus manos, pidió la revancha para recuperarla. A partir de aquí la rivalidad sobre el ring fue histórica y culminó en 1953. Santo caía destronado. El nuevo campeón mundial Welter era Blue Demon.



En cambio, en el cine nunca fue así. El Manotas protagonizó una buena cantidad de títulos. Participó en 34 películas. Al principio con otros seudónimos o con su nombre real (en la saga de la Momia Azteca, por ejemplo). En 1962 debutó como Blue Demon en La Furia del Ring. El serial en tres partes Blue Demon contra El Poder Satánico (1964) incluía un breve cameo de su rival el Santo, que le daba una torera alternativa como protector de las fuerzas del bien. Protagonizó títulos en solitario (hace unos días conseguí una copia de Blue Demon contra las invasoras que espero comentarles en breve), o formando los más pintorescos equipos: liderando a los Campeones Justicieros; con Zovek (en realidad muerto a mitad del rodaje sin que llegaran a trabajar juntos) en La invasión de los muertos; y, sobre todo y precisamente, haciendo pareja con el Enmascarado de Plata. Y si en el ring nuestro hombre era superior, en la gran pantalla, al lado de su rival, acostumbraba a ser quien recibía los golpes, quien era secuestrado o abducido y, casi siempre, era Santo quien sacaba las castañas del fuego. Imagino que esta humillación fílmica debió incrementar la mala relación. Pero las lentejas son las lentejas. Y Blue Demon accedió. El resultado de tamaño sacrificio incluye alguno de los grandes títulos del género. Santo y Blue Demon Contra los Monstruos (la primera y más descacharrante de todas), Las momias de Guanajuato o Misterio en las Bermudas (la última y considerada epitafio fílmico de los luchadores enmascarados) son algunos de ellos.


El Matemático que perdió su máscara

Blue Demon debutó como tal en 1948, en la Arena de Monterrey, derrotando a Benny Arcilla. Y se retiró de los rings en 1988. A los 66 años de edad, cediéndole los bártulos a su hijo Blue Demon Junior. Pero siguió entrenando. Curiosamente, dos años más tarde, asistía como espectador a un combate (con su máscara puesta, claro) cuando El rayo de Jalisco le retó a una Lucha de Máscaras. Blue Demon salió victorioso y su joven rival hubo de retirarse. La historia se repitió con El Matemático días más tarde. Como ven, toda una proeza y un ejemplo para muchos jubilados.

Blue Demon, descansa en paz.


15.12.04

Simpsonario (LVII)

Béisbol

El deporte por antonomasia de los americanos. Los Simpson se ven implicados sobre todo en el episodio Homer el bailón, donde el padre de familia se convierte primero en la mascota oficial de Los Isótopos de Springfield y después en la del gran equipo de Capital City. En Homer bateador será Burns quien dirija un equipo compuesto por los propios empleados contra el de otra central nuclear, acabando por contratar a escondidas jugadores profesionales, a fin de ganar de la típica manera fraudulenta.

14.12.04

EL GRAN CROSOVER



Continuo, veloz pese a la precariedad de tiempo, con los festejos del Cincuenta aniversario del gran Godzilla. Le toca el turno a la tercera producción del saurio radioactivo, ni más ni menos que esa obra maestra del pajerismo sin complejos que es Kingukongu tai Gojira, más conocida como King Kong contra Godzilla (1962). Vaya por delante que se trata de un título a menudo maltratado por los aficionados, cosa a la que yo digo un alto, claro y rotundo ¡NO!. Es cierto que las hay de mejores y de más calidad, pero ésta es tan sumamente divertida y delirante que es imposible despreciarla alegremente.

Si el primer enfrentamiento del Big G contra otro monstruo fue con el, en comparación, anodino Anguirus, el siguiente combate le enfrenta contra el otro gigante mítico de la historia del cine: Kin Kong. No hace falta decir mucho más al respecto. La peli de 1933 es una obra maestra del cine fantástico en general y de los efectos stop motion en particular. Un título mítico que tuvo secuela el mismo año con El hijo de King Kong. Y punto hasta la fecha de este crossover gigantesco (por razones varias y más que evidentes). Al parecer, los responsables del clásico del ’33 llevaban años moviendo un proyecto que enfrentaría al gorila con una especie de Frankenstein gigante. AL final la cosa acabó en manos de la Toho, liderando una coproducción con EEUU y decidiendo que el rival sería Godzilla. Y eso que no tenían muy claro la capacidad de convocatoria del ahora bicho insignia. Es evidente que se equivocaron. La peli fue un éxito de la hostia, la más taquillera de la historia del género y a partir de entonces la productora nipona se percató de la importancia del icono atómico que tenía entre manos.

Pero mejor ir al grano. King Kong contra Godzilla significa el retorno tras las cámaras del maestro Honda, tras el paréntesis de Godzilla Contraataca. Honda vuelve por la puerta grande, en cinemascope, a todo color (y nunca mejor dicho: el preciosismo a colores del realizador da sus primeras y bonitas muestras). Los aficionados fundamentalistas recriminan el giro hacia el humor y el espectáculo. Claro, las dos primeras iban en serio y pretendían acongojar al espectador. Pero seamos coherentes. Quién coño puede tomarse en serio una película cuyo leit motiv es ver un gorila gigante dándose de hostias contra un dinosaurio radioactivo. Desde ese punto de vista, Honda hace lo que debe: pensar en nuestro disfrute, por mucho que una línea directa enlace esta entrega con algunas muy posteriores de los 70 como la aquí titulada Gorgo y Superman se citan en Tokio, de mítico recuerdo para el aficionado. Volveré sobre ello más adelante.

La cosa es pajera a más no poder. Ya empieza con una cita filosófica sin que se nombre el origen (algún griego de esos): “Horacio, en el mundo hay más cosas, cosas que ni la filosofía conoce”. Vamos, carta blanca. Tenemos, por un lado, una expedición al Ártico, donde se está produciendo un deshielo de la hostia y un desprendimiento considerable de icebergs. Sorprende que se envíe un submarino a investigar: no tarda en pegarse una leche contra un trozo de hielo submarino y explotar. No sabemos si tiene relación, pero Godzilla descansa en uno de los bloques y despierta. Recordemos que en la película anterior lo dejaron congelado y sepultado por un alud de fabricación casera. Obviamente lo primero que hace el Gran G es ir directo y a toda leche hacia Tokio, como en él es (sana) costumbre. Estamos en el primer cuarto de hora de película y ya tenemos a nuestro ídolo destrozando tanques de juguete.

Por el otro lado tenemos una expedición farmacéutica que va hacia la isla de Faro. Al parecer en el lugar hay unas bayas rojas y redondas de gran poder somnífero. Los farmacéuticos pretenden hacer zumos sedantes con ellas, y ya están advertidos de que según la leyenda habita en la isla un gran Dios que gusta de devorar esas bayas. Ni qué decir tiene que el gran Dios es, claro, King Kong. Pero antes asistiremos a la típica fiesta nativa alrededor de la alta empalizada de bambú, con sus tambores, sus bailes sicalípticos, su colorido multicolor (penachos azules, rojos, verdes, amarillos). Puro desmelene tribal que ríase usted del Carliños Braun ese. Los expedicionarios ofrecen los típicos regalos que despiertan expectación entre la primitiva tribu (el más sorprendente: ¡cigarrillos para los niños!) y preparan bidones de zumo de bayas. La dulce fragancia atrae a un pulpo gigante, de nombre Oodako, por cierto, que siembra el caos entre los nativos. Y entonces aparece el esperado King Kong (ha tardado 30 minutos en dar señales de vida) que se lía a pedradas con el cefalópodo. Lógicamente sale victorioso y lo primero que hace es meterse unos cuantos lingotazos de zumo de bayas (“Qué bestia” exclama uno de los secundarios) para acto seguido tumbarse a la bartola motivando de nuevo el frenesí rítmico nativo. Por cierto, al Rey Kong le acompañan tormentosos rayos y truenos. Tendrá su explicación posterior.

Vale. Ya tenemos a Godzilla por un lado y a King Kong por el otro. Vaya por delante que el aspecto del gorila es, ciertamente, deplorable. Culón, gordo, paticorto, bracilargo, canta el (horroroso) disfraz que da gusto ¿Y qué queda en medio? Pues los pobres humanos, que en esta ocasión tocan poco los cojones al espectador ávido de emociones. Tenemos una pareja de novios que las pasarán canutas. También está el Presidente de la empresa farmacéutica, un tipo escuálido y generoso en humor imbécil. Su plan es ridículo: quiere llevar a King Kong a Japón para utilizarlo como promoción y publicidad. Ya me dirán ustedes, pobres japoneses, como si las giras turísticas de Godzilla por el archipiélago no fueran suficiente. Como publicidad me temo que está más condenada al fracaso que una campaña de telefonía protagonizada por enanos.

No son los únicos humanos de la peli. Los que quedan por citar son un must procedente directamente del montaje norteamericano del filme, que es el que aquí se vio y que descansa en las estanterías de la Mansión Ausente. Ni más ni menos que los presentadores de un programa de televisión, un noticiario bastante paupérrimo que va explicando numerosos detalles al espectador, señalando en un plano los avances monstruiles (como si fueran el Hombre del tiempo). Cuentan con la inestimable colaboración del Dr. Johnson, todo un descubrimiento cinéfago que merece la pena tratar con detenimiento. Una figura a reivindicar desde el punto de vista de la teoría científica pajera: utiliza un libro infantil de dinosaurios para explicar que Godzilla es una mezcla de tiranosaurio y brontosaurio; lo compara con los salmones, que remontan los ríos donde nacieron, por eso siempre regresa a Japón; considera “científicamente muy interesante que King Kong y Godzilla hayan aparecido al mismo tiempo”, compara sus cerebros, mínimo el del reptil (“es pura fuerza bruta”) y de humano el del gorila (“piensa”); vaticina que Kong irá a por Godzilla pues son como el perro y el gato, “el enfrentamiento es inevitable”; explica que las bayas de la isla de Fado provocan el gigantismo, de ahí el tamaño del gorila y el pulpo (lo cual, atención, crea terribles dudas en el espectador, ya que van a ser distribuidas comercialmente); y finalmente, en otra de sus apariciones, revela que así como a Godzila le repele la electricidad, a King Kong le encanta, le incrementa la fuerza.

Como ven, el montaje americano es una delicia para el sibarita coolzetoso. Los que han visto la versión japonesa dicen que es mucho más seria. ¡No me extraña! Pero hay que decir que estas apariciones televisivas, explicando la acción, dando detalle y comiendose lo que en Japón debe ser el drama de la pareja de enamorados y su familía, imprimen un ritmo endiablado a la película, que no tiene desperdicio. Además, enlazan las acciones que da gusto. Si la chica japonesa dice “Me voy a Yokairo” inmediatamente después vemos al presentador occidental exclamar “no vayan a Yokairo, repito, no vayan a Yokairo; Godzilla va hacia allí”. Si el Dr. Johnson explica la relación entre King Kong y la electricidad, inmediatamente vemos al gorila pegarle unos muerdos a unos cables de alta tensión. Maravilloso. Inmediatez fílmica que aligeran cualquier proceso mental del espectador.

Mientras Godzilla está de gira japonesa, a King Kong lo llevan en balsa hacia la zona. Cuando despierta se escapa, claro. Su primer encuentro con el gran dinosaurio es decepcionante. Se ponen los dos muy chulitos, sacando pecho, como si fuera un duelo de raperos, pero a la que recibe un par de descargas de fuego radioactivo, el gorila se rasca la cabeza y da media vuelta. Huye como una maricona. Efectuará a partir de ese momento lo que podríamos llamar gira paralela, que incluye el secuestro de la chica japonesa y la ascensión de un pintoresco edificio neoclásico con ella. El homenaje al filme clásico es obvio. Es entonces cuando uno de los expedicionarios farmacéuticos tiene un par de brillantes ideas. La primera es dormir al Rey Kong. ¿Ustedes se preguntarán cómo? Muy fácil. A base de tam-tams, como hacían los nativos. Así que con un par de timbales y unos pocos altavoces (y, se supone, los coros pregrabados de la tribu, porque escucharse, se escuchan) primer objetivo conseguido. Segunda idea brillante: hay que enfrentar de nuevo a los titanes, “con un poco de suerte se matarán entre ellos”. ¿Ustedes se preguntarán cómo trasladar al primate? Muy facil, con unos enormes globos amarillos, que lo elevan (en una muy mala postura, por cierto, con media pata colgando) y transportan.



Así pues, tenemos el combate montado, a los pies del monte Fuji. Un combate al que remitirán en la siguiente década los clásicos de Jun Fukuda, como dije al principio. Un combate más propio de una película de enmascarados mexicanos que de dos bestias enfrentadas. Movimientos pugilísticos, algún croché que otro, comportamientos chulescos, lanzamiento de Godzilla (ya saben, el rival le agarra la cola, le voltea en el aire y lo suelta), utilización de árboles como arma. Hay que destacar que el (horroroso) disfraz de King Kong se modifica para el evento. Si antes los brazos eran más largos que los del tipo que iba dentro (otorgando un hábil toque simiesco a sus movimientos), ahora se acortan para facilitar los movimientos de lucha. El por qué huyo antes King Kong y por qué ahora no queda a juicio del espectador.



Existe una leyenda sobre el final de la película. Siempre se dijo que había dos finales alternativos. En el metraje norteamericano ganaba King Kong y en el japonés era Godzilla quien salía victorioso. Aquellos que han tenido la fortuna de visionar el metraje japonés lo desmienten con rotundidad. El final es idéntico. Kong las pasa canutas hasta que un rayo le cae encima y la electricidad le da el empuje necesario para machacar al rival. Ambos caen al mar pero sólo Kong reaparece y se larga para su isla. De Godzilla nada sabremos ya hasta la siguiente entrega, la maravillosa Godzilla contra los monstruos, que espero poder visionar la semana que viene. El King Kong made in Japan también regresará en otro título fantástico, King Kong se Escapa.

Les dejo con un par de reseñas, una muy divertida de Stomptokio y otra bien surtida de fotos procedente de la pajera web del señor Kenforce. Que ustedes las disfruten. Yo me quedo meditando en la pésima calidad de mi copia en vhs de segunda generación. Al parecer hubo una bonita edición en zona 1, con su widescreen y sus subtítulos castellanos. Actualmente está descatalogada y es pasto de usureros inmisericordes para con el pajero de pro. A ver si el remake de Peter Jackson sirve para algo.


Simpsonario (LVI)

Beatles

Ah, sí. Creo recordar ese lamento desafinado en el Ed Sullivan Show. Pero ésos eran sólo los albores de la televisión”, sostiene el malvado Burns en Pinta con grandeza. Tomados individualmente, los Beatles aparecen en muchos episodios de diversas formas: invitado especial, cameo testimonial o en forma de simple alusión, pero como grupo histórico tan sólo en una foto del estudio de Krusty.

13.12.04

Simpsonario (LV)

Beat generation

Allen Ginsberg, el poeta símbolo del célebre movimiento artístico, es parafraseado por Lisa. La niña, en su diario, recompone un verso del famoso Aullido (1956): “He visto las mejores comidas de mi generación destruidas por la locura de mi hermano”. Por lo demás, la devoción de Lisa por la literatura beatnik se puede intuir, sin movernos del episodio Bart en el día de Acción de Gracias, cuando vemos en la estantería de su pequeña biblioteca un ejemplar de En el camino de Jack Kerouac, al lado de los poemas de Edgar Allan Poe.

12.12.04

EL REGRESO DEL REY



Hace pocos días se cumplieron cincuenta años del estreno del primer Godzilla, aquí conocido como Japón bajo el terror del monstruo. En este blog ausente he hablado alguna vez de la pasión pajera que me supera cuando se habla de monstruos gigantes en general y Godzilla en particular. Y, la verdad, no podía quedar impertérrito ante tamaño acontecimiento mundial. Es por eso que abro hoy, con gran jolgorio y alegría, los festejos destinados a glosar tan grandioso icono pop, ya cincuentón. De momento me propongo ir revisando poco a poco algunas de sus películas, concretamente de la etapa clásica, las anteriores a su primer renacimiento en 1985, que son las que me hacen disfrutar de lo lindo. Pero me daba un poco de pereza iniciar este repaso desde el principio por varios motivos. El primero es que no hará más de un año que volví a mirarme la primera; el segundo es que no me apetece hablar del origen. Lo dejo para más adelante. Así que doy un pequeño saltito y me planto en la segunda entrega de la serie: Gojira No Gyakushu (1955), conocida también como Godzilla Raids Again, Gigantis: The Fire Monster, El Rey de los monstruos o Godzilla Contraataca, entre otros muchos nombres.

Vayamos por partes. Por un lado, la película no está dirigida por el gran Inoshiro Honda, resposable de la anterior y de algunas joyas posteriores, sino por un tal Motoyoshi Oda. De hecho, al igual que en la primera, parte del equipo técnico y actoral procedia de las películas de Kurosawa, cosa que se nota en el naturalismo de las escenas sin monstruo. Otro detalle es que la película se rodó muy rápido y se estrenó a los pocos meses, apenas cinco entre una y otra según la imdb. Esa velocidad forzada se nota sobre todo en el guión, que tiene algunos altibajos de consideración, como luego explicaré, pero no en el tema monstruil. Y es que el elemento novedoso que presenta se convertiría en seña de identidad de la saga: el choque de monstruos.

Aquí Godzilla no está solo. Le acompaña Anguirus, el segundo gran monstruo (por orden de aparición) de la Toho. Poco a poco, en posteriores títulos, se irá añadiendo una maravillosa galería de saurios y gigantes que producen lágrimas de alegría y emoción en el cerebro pajero. Rodan, Mothra, Mechagodzilla, Gidorah son los más conocidos pero ni mucho menos los únicos. Ya me ocuparé de ellos en el futuro. Ahora toca Anguirus, una especie de puercospín o armadillo gigante (inspirado por una vez en un dinosaurio real, el ankylosaurius) que camina a cuatro patas (por lo que en su interior iban dos japoneses bajitos). De momento, en esta su primera apaición, Anguirus es igual de malo que Godzilla. La personalidad de ambos variará con el tiempo.



La película, en blanco y negro (por segunda y última vez), se inicia con los dos aviadores protagonistas, Tsukioka y Kobayashi, descubriendo una isla en la que los dos monstruos se están dando de jumos. Rápidamente informan a las autoridades, que temen que Godzilla de nuevo encamine sus pasos hacia el archipiélago nipón (no puede ser de otra manera, claro). Recordemos que Godzilla había muerto en la primera entrega (se veía hasta su esqueleto) y que el científico inventor del artefacto salvador había fallecido llevandose su secreto a la tumba. Este problema de continuidad lo solventan rápidamente con una pajera teoría sobre la existencia de varios Godzillas, que si uno había resucitado por culpa de las bombas H, otro podría renacer en el futuro mientras se sigan explosionando artefactos atómicos en el Pacífico. No sólo eso, también hablan del nuevo bicho, Anguirus, dejando una frase para el recuerdo: “Tiene cerebro en muchas partes de su cuerpo, como en el abdomen o en el pecho”. Luego se proyectan unas imágenes de la primera peli en una pantalla para que los asistentes se den cuenta de lo chungo que está el tema y de que Godzilla se siente atraido por las luces, factor este que deben aprovechar de alguna manera.

Y a los veinticinco minutos ya tenemos el habitual avance marino de Godzilla hacia Osaka. Vaya por delante que la escena está rodada con tensión. Las pelis de monstruos gigantes aún eran de miedo. Las luces de la ciudad se apagan y los aviones van lanzando fuegos de artificio lejos de la costa para variar el rumbo del saurio radioactivo. Lo consiguen pero por desgracia unos presos fugados (hemos seguido todo el proceso y persecución automovilística, así, de golpe y sin avisar, casi como si fuera otra película) se meten un hostión contra una fábrica y ésta explota, por lo que la cosa ya se ha liado. No sólo Godzilla cambia el rumbo sino que también aparece Angurus, atraido también por tantas luces y explosiones. Y se arma de nuevo la de Dios entre ambos, con la ciudad de Osaka como ring de excepción. La verdad es que la pelea es larga y potente, aunque demasiado oscura (la ciudad está a oscuras y es noche cerrada). Al final nuestro saurio cincuentón le pega un muerdo al armadillo en el cuello y éste palma. Godzilla, cansado, se larga a ultramar.

Y es aquí cuando se produce el terrible bache del filme. Si a los treinta minutos de película ya tienes montado un épico enfrentamiento y un sinfín de imágenes de destrucción, porque la batalla es larga, no metas luego veinte minutos largos (del 40 al 60) de vida doméstica de los aviadores. Y encima dejando claro que uno de los bichos ya no va a volver a salir. Uno entiende que el fin de la 2ª Guerra Mundial no estaba demasiado lejano y que al público japonés quizá le gustara ver la reconstrucción de una ciudad y como, la gente, después de la masacre, sigue teniendo ganas de divertirse, bailar y pescar atunes y bacalaos. El naturalismo costumbrista que ya aparecía en la primera, pero que estaba mucho mejor ubicado en el metraje. Además, estamos en una peli de monstruos gigantes radioactivos que destruyen ciudades y se pelean entre ellos, así que a quién coño le interesa ver cómo viven y se divierten los japones de los años cincuenta.

Tras eso veinte minutos, los aviadores protagonistas se preocupan del futuro con un Godzilla por ahí suelto y parten en su búsqueda, localizándolo en una isla nevada. Se produce entonces un buen enfrentamiento aéreo con el monstruo con el objetivo de provocar un gran alud que lo sepulte. Una buena pelea final, con un Godzilla que por fin se ve nitido (antes era siempre de noche), con algún cambio respecto al original, más estilizado pero aún muy feo y hosco, lejos del simpático disfraz de las próximas películas. Ni que decir tiene que los heroicos aviadores triunfan en su misión, con alguna baja, ayudados de potentes reactores cuasi supersónicos que acuden en su ayuda. El alud no es muy allá y se notan demasiado las miniaturas del hielo, meros cubitos agrandados. Pero es un buen climax y la imagen de Godzilla siendo sepultado poco a poco mola.

Como detalle pajero decir que la peli se estreno enseguida en los EE.UU., pero con un montaje diferente. Por un lado, por un tema de derechos, desapareció el nombre de Godzilla, siendo en esta ocasión Gigantis, The Fire Monster. Por otro, se añadió un narrador en off que, por lo que cuentan las crónicas, metía unos sermones harto ridículos, provocando la hilaridad del respetable ante una cinta que en ningún momento pretendía ser tomada a cachondeo. Godzilla ya no regresaría a las pantallas hasta 1962, siete años más tarde, y lo haría acompañado de un gorila muy famoso: King Kong. Pero eso es otra historia. Les dejo con la reseña de Stomptokyo y con una galería de fotos de la película.


sitges 2004 - Guía de Posteos

Algunos detalles de la última rueda de prensa de presentación

Recomendaciones previas a ciegas (o casi)

Primera crónica in situ: desorden (Miyazaki, Captain Sky e Infernal Affairs)

Tercera crónica: Takashi Miike tiene un problema conmigo

Cuarta crónica: Días de sueño (Zebraman, Arsenio Lupin y The Machinist)

Quinta crónica: antes del paréntesis (The Final Cut, The Birthday)


Palmarés acelerado

Documento annexo: Satanico Pandemonium

He pecado de nuevo



Me había prometido no gastar demasiado en dividís este mes. Pero la carne es débil y me estaba portando extraordinariamente bien. La culpa es de Satanico Pandemonium, la joyita trash que comentaba ayer. De golpe he recordado que el año pasado disfruté con The Living Corpse (Zinda Laash), el Drácula pakistaní. Así que me ha dado un síncope para remediar tamaño olvido y me he lanzado a comprarla por la red (los canadienses no la tienen cara). Y ya puestos, me he hecho con la argentina Blood of the Virgins (Sangre de Vírgenes). Ahora sólo falta que lleguen a mi buzón, encuentre un hueco y realice la correspondiente reseña. Aunque son ya demasiadas las pelis que me gustaría comentarles.

Simpsonario (LIV)

Bea

Anciana huésped del asilo donde vive el abuelo Simpson, quien se enamorará de ella en el episodio Dinero viejo.

11.12.04

VICIO EN EL CONVENTO



Por segundo año consecutivo Sitges ha incluido una sección, mínima, dedicada a rescatar del olvido delirantes subproductos de serie Z procedentes de filmografías exóticas. Lleva el nombre de Mondo Macabro al estar vinculada tanto al libro de Pete Tombs como al sello de dividís, ambos homónimos. La doble sesión de este año consistía en la mexicana Satanico Pandemonium y la tailandesa Lady Terminator. Desgraciadamente, mi salud física y mental tan sólo me permitía ver la primera de ellas. Una maravilla del cine de explotación carente de prejuicios (y sentido).

Satanico Pandemonium, también conocida como La Sexorcista (maravilloso título alternativo), es una producción de 1975 dirigida por Gilberto Martínez Solares. Un repaso a la filmografía que consta en la imdb nos descubre que el tipo realizó más de 150 películas. Entre ellas, una joya del cine de enmascarados del calibre de Santo y Blue Demon contra los monstruos. Hizo algunas más del género y llaman poderosamente la atención títulos como Los perversos a go-gó, Las sicodélicas y El misterio de los hongos alucinantes, todas de 1967-68 y que, tras lo visto, prometen lo suyo.

Ni que decir tiene que la película adolece de la falta de ritmo habitual en este tipo de delirios psicotrónicos. Cualquiera diría que la amplia experiencia del señor Gilberto hubiera servido para algo. El principio es infame a base de largas panorámicas generosas en zooms, tres seguidas, consumiendo minutos y mostrando valle, monasterio y montañas sin ningún atisvo narrativo. Pero, amigos, lo que viene despues convierten este filme zetoso en una joya que no pararé de buscar hasta que ilumine mis estanterias.

El look de la peli ya es una extraña mezcla de postal religiosa bucólica poblada de azul marinos chillones y verdes praderas. Cecilia Pazet es Sor Maria, una virginal monja que contempla feliz el canto de los colibrís y el pastar de las ovejitas de Marcelo, un púber pastorcillo de poblada uniceja. Pero, ai, Lucifer acecha en pelotas. Tentando a la religiosa por los prados. Ella huye a resguardo hacia el convento, lugar no sólo de entrega a Dios mediante el canto y la clausura, sino también de explotación racial.

Y es que las siervas del señor que lo habitan son casi todas de raza blanca (bueno, incluyamos entre éstas la herencia nativa y azteca que denotan algunos rasgos) excepto un par de orondas negritas que sufren en sus carnes un apartheid que me suena más a casual que a pensado en el guión. La madre superiora las empuja sin remilgos mientras cocinan (“¡inútiles, que sois unas inútiles!”), sirven la comida bajo atenta supervisión, comen separadas, duermen en un cochambroso sótano y lloran por las noches. “Odio el color de mi piel, me hice monja para huir de él pero hasta aquí me persigue” confiesa una de ellas a Sor María, que es muy buena y la única que va a consolarlas por la noche. De paso, también cuida a la vaca, que se llama Doña Sofia.

El demonio la acosa con el viejo truco del ahora estoy aquí y plas, desaparezco. Plis y plás. Estoy aquí ya no estoy. También le va dejando manzanas, frutas que muestran la misma e irritante tendencia al plisplás. Sor María empieza a estar confusa y por las noches somete su cuerpo al autofustigamiento y se coloca cinturones de espino en el bajovientre. De poco sirve pues al rato se le cuela una monja lesbiana en la habitación y la viola, aunque nuestra sufrida protagonista opone poca resistencia. La semilla del pecado ha sido depositada. La monja lesbiana era, en realidad, el diablo.

A partir de ese momento la antes virginal y pura monjita azul marino de estirpe mariana se deja llevar por el torbellino del vicio. Lo primero que hace es ir a por el púber pastorcito Marcelo. “¿Quieres que te explique un cuento, Marcelo? Mejor que no, que ya eres un hombrecito y preferirás otras cosas”. Infructuosamente, pues el bocólico chaval huye atemorizado. Lo siguiente es acosar a otra monja que acude a ella por la noche. Tampoco es bien recibida y en venganza le clava unas tijeras en la espalda. Momento hilarante, pues la otra huye con ellas puestas como si tal cosa, levantando sospechas (¿sólo?) en la madre superiora.

Las correrías nocturnas de Sor María van a más. Primero contempla extasiada como una de las negritas se sube a una silla y prepara una soga. Va a suicidarse pero no le da tiempo. Sor María corre jubilosa hacia ella y la empuja, adelantándo unos segundos al fatal desenlace. Luego contempla muy contenta el balancear del cuerpo. El impuro deseo por el niño Marcelo sigue, pero, presente, por lo que acude rauda a su cabaña de la montaña. Allí vive el joven con su abuelita tejedora. No hay paredes que separen estancias, sólo cortinas. Pero Sor Maria ya no tiene vergüenzas. Se despelota, se cuela en la cama de Marcelo y empieza a tocarlo y besarlo con cara de gusto. El niño, claro, se despierta y la rechaza y ella, abducida por el placer no consumado, le pega fuego a la cabaña. La vieja, por cierto, no se entera de nada y también perece pasto de las llamas.

El problema es que entre las manos del calcinado cadáver ha quedado la medalla de Sor María. Y cuando las monjas, velozmente, van a velar los cadáveres, la asesina, anteriormente un dechado de virtudes, las envía a todas a paseo para recuperar el colgajo. La minuciosa labor de ir separando los dedos requemados del antaño pastorcillo efébico es atentamente seguida por la madre superiora, que sigue a nuestra viciocilla heroina hasta sus aposentos. Y claro, una vez allí, un nuevo crimen y hala, a arrastrar el cadáver de la anciana líder monacal hasta las catacumbas. Sor María no es sólo vicio y crimen, también es fortachona pues arrastra el cuerpo como si de un liviano saco de plumas se tratara (o acaso es así). Momento éste de intensa banda sonorá a base de insoportables coros que hacen un "ooh" como de sorpresa.

La cosa empieza a llegar a su recta final. Las monjas desfilan por los prados con los ataúdes, dispuestas a dar cristiana sepultura a los difuntos. La de las tijeras, aquella que huyó con ellas clavadas una noche, le lanza miradas muy reprobatorias a Sor María, así que a ésta le da un yuyu y sale disparada hacia las montañas, dispuesta a purgar sus pecados. Pero Lucifer aparece de nuevo, esta vez convertido en un auténtico Príncipe de Beukelaer (ya saben, el de las galletas de chocolate) y le dice que si le entrega su alma hará de ella la nueva madre superiora. Sor María duda mientras las monjas avanzan hacia la cueva montañil con antorchas. “Vienen a entregarte a la Inquisición”. Lujuriosos fllashes nos muestran el cuerpo desnudo de la protagonista sometida a torturas: con un embudo le vuelcan plomo fundido en la boca, con un afilado instrumento desgarran sus bonitos senos y, finalmente, la vemos atada y sometida, sangrante y sufriente, desnuda en manos del verdugo. “¡Te entrego mi alma, Lucifer!” exclama.

Y entonces, patachán, las antorchas se convierten en hermosos ramos de flores. Flanqueada por sus antiguas compañeras (en una escena de aplastante plasticidad camp), Sor María regresa al convento y el espectador, que en esos momentos ya no sabe muy bien qué coño está viendo, tendrá la oportunidad de contemplar una de las bacanales más ridículas jamás filmadas. Las monjas dan vueltas alrededor de la larga mesa del comedor, bailando y cantando “¡Viva la Madre Superiora!”. Las más jamonas, en pelotas, las más ancianas y rechonchas levantando sus faldones (afortunadamente). Un par de ellas van comiendo uvas y otro par, guitarra en mano y sin nada que las cubra, van animando el cántico. Y de fondo Lucifer, muy contento con su nueva alma.

Y entonces, sin venir a cuento, las monjas empiezan a pillar cuchillos y a clavarlos en el cuerpo de Sor María, que, sangrante, se arrastra hasta su celda para morir en su lecho. Pero un nuevo giro del guión nos dejará boquiabiertos. ¡Todo ha sido un sueño! Sor María ha muerto, sí, pero de la peste, tras mucha fiebre, y las monjitas no paran de decir lo buena y pura que fue. Sin duda, una sorpresa final con ánimo de no molestar demasiado a los creyentes. Sor María no irá al infierno. Aunque claro, la cosa es tan burda que uno se pregunta, en realidad, si no es precisamente lo contrario, que Lucifer aprovechó los delirios febriles y se hizo con ella. Al fin y al cabo hemos visto los últimos sueños de una muerta.

Como ven, una joya felizmente rescatada del olvido que debe entrar con letras de oro en la lista de obras maestras de ese subgénero del blandiporno que son los conventos del vicio. Los bucólicos tonos pastel de postal mariana y esa banda sonora plagada de pésimos coros sacros y música electrónica infernal son parte de su encanto. Y el delirio psicotrónico, claro. Que la cosa carezca totalmente de ritmo, que las actrices sean pésimas y el diablo ridículo y que esté filmada con el culo es lo de menos. Yo disfruté como un enano.

10.12.04

Haciendo el blogger en sitges (10) : palmarés

En línea directa desde Sitges, les cuelgo el palmares de la 37 edición que se clausura hoy. Dejo los comentarios para más tarde que ahora no puedo.

Mejor Película: Oldboy
Premio de la Crítica José Luis Guarner: Oldboy
Mención especial de la Crítica: Birth
Mejor Actor: Christian Bale por The Machinist
Mejor Actirz: Mónica López por El Habitante Incierto y The Birthday
mejor banda sonora original: Code 46
mejor guión: Code 46
Mejor Fotografía: The Machinist
Melies de Plata a la mejor película Fantástica europea: Code 46
Mejor Director: Johnny To por Breaking News
Mejor Maquillaje: Three Extremes
Mejor DIrección Artística: The Birthday
Mejores Efectos Especiales: Izo
Gran Premio por votación popular del público: 'Howl's Moving Castle' de Miyazaki
Premio especial a la obra completa de Hayao Miyazaki.

Me dicen que la prensa ha abucheado el premio a The Birthday. Estos periodistas...

Simpsonario (LIII)

Base de datos

Es el estudiante gafotas que en El cometa de Bart lidera el elitista grupo de chicos intelectuales superdotados del colegio de Springfield, los autodenominados Superchaveas (en el doblaje español); sus hobbies preferidos son tocar la “música prohibida”, bailar alrededor de los limoneros y buscar nuevos miembros para su club. Proponen el ingreso de Bart sólo cuando éste descubre un nuevo cometa (que se precipita sobre la ciudad, por cierto). Una vez más, Groening pone la mira en el sistema educativo americano a través de una figura infantil que, desgraciadamente, ha asimilado los defectos, la mentalidad y los vicios de la clase dirigente americana.

9.12.04

Haciendo el blogger en Sitges (9)

Ya estoy, por fin, en la tranquilidad del hogar ausente. Sitges '04 se ha terminado para quien esto escribe (aunque algún post más habrá). Ayer, jornada de adioses para con algunos amiguetes y, además de las dos pelis matinales que ya comenté aquí, un par de títuloss más: The Hillside Strangler y Team America World Police.

La primera completaría la trilogía sobre psicópatas iniciada con Ed Gein y Ted Bundy. Esta es la mejor. No esperaba nada de ella y me gustó bastante. El director vuelve a ser Chuck Parello y en esta ocasión describe las correrías de Ken Bianchi y Angelo Buono, dos primos (en el sentido familiar) que se dedican a secuestras mujeres (preferentemente prostitutas), vejarlas, matarlas y tirar los cadávares por ahí. El referente claro es la estupenda Henry, Retrato de un asesino. Nada nuevo por ese lado. Parello, de hecho, ya realizó la secuela hace unos años (no la he visto pero poco se habla de ella). En esta ocasión, estética setentera y ningún alarde visual (algunos hablan de realización plana y televisiva, pero más bien es lenguaje cinematográfico invisible, que no se note al director, que prime la narración sin marcas de estilo; sujeto, verbo y predicado). Los dos primos, aficionados a la pornografía y la prostitución, son como émulos de Ron Jeremy y John Holmes. Le pillan el gusto a la violencia de género y a ello se dedican sin sutilezas, amparados por esa Los Angeles que tras las luces de neón oculta un submundo de miserias ya descrito en otras ocasiones. La película es dura, sin concesiones, incómoda. Muestra la violencia sin reparos, sin preocuparse por las dudas morales, o mejor, entregándoselas al espectador. También hace un extraño ejercicio narrativo. La parte central del filme es desagradable, cruda, y en su última media hora es cuando gira hacia el humor negro. Curioso. Los asideros vienen al final, tras la crudeza expositiva.

También lo es (curioso) el hecho de haber visto seguidas (sólo con el lapsus alimenticio) Saw y ésta. Ambas van de psicópatas pero son muy diferentes. La primera es un mecanismo, una construcción. Un artificio. El psicópata es milimétrico, perfecto, casi divino. A la postre, irreal. Un artista. La segunda nos muestra a dos marginados white trash, nada pulcros. No planifican. Salen de caza a ver que pasa. Improvisan. La idea del asesinato como bella arte es una entelequia. Matan porque son cochambre. Como el que se come un grasiento pollo frito. Son psicópatas de verdad, sin artificios ficticios. Basura.

La última película de la jornada, ya de madrugada, fue Team America World Police. Trey Parker y Matt Stone, los de South Park, de nuevo a la carga. La película no está a la altura de la descacharrante serie, ni del largometraje posterior que me hizo revolcar por los suelos de la sala en su estreno comercial hace ya unos años. También creo que es difícil mantener ese nivel y no seré yo quien lo reproche. Al fin y al cabo el filme tiene numerosas virtudes. La primera que es un alarde de pajerismo supremo. Se construye a partir de los Thunderbirds de Gerry Anderson. Maravillosas marionetas televisivas a las que rinden pleitesía con fervor. Toda la película es un homenaje a éstas. Merecido. No es el único. También hay referencias a La Guerra de las Galaxias o El Planeta de los simios. La segunda virtud es que no se casa con nadie. Es amoral, gamberra. No esperen una reivindicación progresista con mensaje izquierdoso. Éstos también reciben. De hecho, la parodía del gobierno neocon es hasta más sutil e irónica. El comando antiterrorista protagonista provoca más destrozos que su enemigo, hace gala de un insultante desprecio por el resto del mundo y exhibe sin pudores los simbolos patrióticos. La película arremete sin piedad contra ello, pero de una manera irónica que puede hacer que más de un miembro de la sociedad borderline bajo de miras ni se percate. En cambio, se recrea sin complejos ni sutilezas en la parodia casi humillante del sindicato de actores progresistas (los Tim Robbins, Sean Penn, la Sarandon, etc). Parker y Stone dejan claro su caracter de outsiders de la industria. Al margen de todo y sin respeto a nada ni nadie. Ni los símbolos de su país, ni sus gobernantes, ni los que reclaman un tamiz más socialdemocráta. Nada. Gamberrismo antisistema porque sí. Mención especial para la que posiblemente sea el vómito más largo de la historia del cine y para la parodia de Matt Damon, sin olvidar las letras de los temas musicales.

Y eso es todo. Se acabaron estas crónicas escritas con prisas. Casi sin pensar lo que se dice. Sin pulir. "Tengo un cuarto de hora, escribo y cuelgo". Sin revisiones ortográficas o de estilo. Ahora toca, primero, aterrizar, descansar y acomodarse al devenir diario tras tantos días de descontrol (en muchos aspectos). Respecto al Blog Ausente, habré de recuperar la tónica anterior, con sus fotos, sus enlances, sus temas habituales, sus textos algo más corregidos (pero no mucho), aunque ya avisé que hasta final de año voy a tener mucho trabajo.

8.12.04

Haciendo el blogger en sitges 8 bis

A las tres de la madrugada mi alma de cacharra pedía continuar con el maratón de mondo macabro. Pero una jornada laboral de casi doce horas y los pases de prensa a primera hora obligaban al descanso. La tailandesa Lady Terminator debió quedar para un incierto visionado futuro. Cuatro horas de sueño y, a las nueve de la mañana, legañoso y prefiriendo olvidar el pésimo buffet chino de la cena (eso sí es terror), dos pelis: Finding Neverland y Saw.

La primera, sobre la gestación de Peter Pan. Filme de tradición británica que enseguida consigue tener más alma y menos frialdad de la acostumbrada. Johnny Deep, un actor que me cae la mar de bien, encarana a JM Berrie acompañado de la Winslet, Julie Christie y Dustin Hoffman. La película, porque no decirlo, bonita. Un tipo duro como yo hasta y se ha emocionado un poquitín. Será la partenidad, será que estas llamadas a la fantasía como liberación me tocan. La historia del niño que no quiere crecer como contraste sobre un niño de infancia robada que inspira al dramaturgo inglés.

Luego Saw, el éxito de la Semana de San Sebastian de este año. Una serie B (en los parámetros yanquis, ojo) que nos presenta de nuevo al psicópata refinado, retorcido y rebuscado habitual desde Seven. La forma en que se estructura la historia, el ritmo y la violencia consiguen que un tema habitual se siga con mucho interés. Un rompecabezas con algunos giros argumentales notables, algo exagerado y bastante trepidante. De todas formas, que algunos la defiendan y luego arremetan contra Old Boy debería ser motivo de reflexión. No por mi parte.

Me piro a ver un par de cosas más en mi recta final del certamen.

Haciendo el blogger en sitges (8)

Breve interludio. Ayer por la madrugada Satanico Pandemonium (La sexorcista) cumplió con las expectativas depositadas. Psicotronía delirante de monjas poseidas que merecerá, en los próximos días, el tipo de post ausente que tanto disfruto redactando.