2.8.11

AUTOBIOGRAFÍA PUNK



Hablar de novela gráfica puede conllevar hostias por doquier, aunque yo le veo sentido a la etiqueta más allá de modas y formatos. Puestos en materia, una de las mejores novelas gráficas que han caído en mis manos estos días es Hoy es el último día del resto de tu vida de Ulli Lust (editado, y bien, por La Cúpula). Además, da sentido al término, y no lo digo porque se trate de un volumen grueso de 450 páginas, o sí, pero no desde el punto de vista físico.

La autora austríaca aborda la odisea de punk adolescente que protagonizó en su juventud, cuando escapó de casa para cruzar la frontera (entonces barrera real, eran los 80) con la vecina Italia y pasar allí una buena temporada malviviendo por las calles. Un relato de locura y rebeldía muy poderoso, que avanza de manera absorbente gracias a las malas compañías, en especial su amiga ninfómana, y que, tras describir con sinceridad lo que hoy bautizarían como turismo perroflauta, poblado de yonquis y otros supervivientes callejeros, sube un escalón cuando las jóvenes punk deciden abandonar el clima invernal de Roma para asentarse en la indómita Sicilia.

Si, como digo, el nivel del relato y su desarrollo estaba alto, a partir de entonces cobra un interés inusitado con la dura descripción de una sociedad dominada por el crimen organizado y el machismo. Las jóvenes punk malviven por los bajos fondos de Palermo, en una ciudad despojada de mujeres y podrida por la delincuencia piramidal en un periodo, además, conflictivo por la guerra abierta por jueces como Falcone y Borsellino. El relato autobiográfico trasciende así lo personal para convertirse en testimonio político y social colindando, encima, con el género negro desde su perspectiva más pura, la que arrincona lo policial para adentrarse en el realismo brutal.

Hoy es el último día del resto de tu vida tiene una gran virtud para el lector que se adentra en sus páginas. Supongo que muchos de ustedes conocen esa sensación en la que uno va leyendo y avanzando consciente de las páginas que gira hasta que de golpe esa relación física con el libro se deshace, el tiempo se disipa y uno se sorprende descubriendo que se ha zampado doscientas páginas sin haberse dado cuenta de ello. Hay algo mágico ahí, y no tiene precio. Por eso lo digo.

4 comentarios:

Álvaro Pons dijo...

<span>Pues a mí la verdad es que me dejó un regusto extraño. La parte de Sicilia está bien, es desde luego lo mejor, pero me toda la obra me dejó regusto a moralina...</span>

absence dijo...

Moralina... Bueno, sí, es posible, aunque no sé si es eso o sencillamente que es así como le fue y hay cierto arrepentimiento. El retrato de la amiga es duro pero al final parece que sobrevivió a su locura, así que no sé. También hay una evidente postura feminista, pero no me molesta, no la veo fundamentalista y de blanco o negro sin términos medios. Es cierto que acaba siendo el relato de una adolescencia gilipollas y que la autora se describe a mayor altura moral que quienes le rodean, eso es cierto, pero quizá sea pudor. Como relato autobiográfico no me parece ombliguista y, al fin y al cabo, pasan cosas y va a más. A mí me pareció una lectura muy interesante y bastante intensa.

Anónimo dijo...

perroflauta, piesnegro, carrilano, las tontería que hay que oir!

Octavio B. (sr.punch) dijo...

<span>Bueno, esto, a la velocidad on line, casi es agua pasada, pero como yo acabo de colgar mi reseña y recordé que el blog Ausente había hecho lo propio hace semanas, releí.</span>
Para mí lo mejor de este tocho es, no tanto su resolución, que quizá es hasta endeble, sino su sinceridad, tan pura, tan "teen" (y eso me parece un logro porque consigue Ulli ponernos en ese estado mental, cuando evidentemente en el momento de hacer este cómic ya no tiene 17, sino que lo sestá evocando).
Y a raíz de esto me vino otra mermelada mental y me pse a pensar que quizá con todo esto de la novela gráfica (sin ánimo de alentar al boxeo sin guantes  :-D ) ha traido un determinado "paradigma", que revaloriza esa sensación  de honradez y transparencia de un modo poderoso. Parece, vamos, que el "sentir" como lectores que se nos relate una "verdad profunda" se convierte cada vez más en un motivo para sumar puntos, por encima de cuestiones digamos más artesanales como "buen dibujo" o construcción de la página/secuencia etc.