11.10.08

SINCRÓNICAS DE SITGES (VII): LET THE RIGHT ONE IN

Levantarme a las ocho de la mañana, tras acostarme pasadas las tres, para ver una película sueca es, evidentemente, una apuesta de riesgo. Agradezco desde aquí que Lord MAB, autoridad en lecturas de género, me recomendara acudir porque "la novela era bonita". "¿Bonita en qué sentido? No me apetece nada ver praderas con cervatillos", fue mi respuesta. No voy a negar que Déjame entrar, título con el que se estrenará por aquí, es una película un poco sueca. Bueno, es sueca del todo. Supongo que me entienden. Los suecos tienen ese tempo pausado y ese actuar lánguido en el que transitan del mismo modo ya sea para ducharse que para sucidarse, que es un poco lo mismo según como se mire (en sueco). Pero no me hagan caso: hoy me decían que era sueca y que duraba dos horas. Pues miren, ni me enteré. Y como filme vampírico es inexcusable para aquellos interesados en un subgénero hoy de capa caída (jejé) porque lo zombi tira por razón contextual (aunque el proceso de nacionalización de la banca promete un interesante giro en el fantastique). A lo que iba, que Let the Right One In, además de sueca, une dos elementos raros de ver hoy en día: canonicismo vampírico y un punto de vista diferente que hace las delicias del aficionado de toda la vida. Y encima es bonita sin necesidad de cervatillos. Un pequeño clásico que merece premio, más allá del Melies que ya le han dado.

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