13.10.07

DESDE SITGES CON ARDOR (XXXVI): LOS CRONOCRÍMENES


Lo que nadie va a negar a Los Cronocrímenes es su poder de convocatoria. El pase de prensa (y público) del jueves supuso el récord de asistencia de la nueva sala y ayer deberían haber visto los alrededores del auditorio. Media Blogocosa andaba por ahí y hacía muchos días que las entradas se habáin agotado. También la rueda de prensa fue multitudinaria (y resulta triste pensar que aún no tienen distribución en nuestro país). Yo la ví el jueves, con las expectativas muy altas tras el éxito en el Festival de Austin y, curiosamente, no me defraudó. Digo lo de curiosamente porque es habitual la decepción cuando el listón expectativo está alto. Disfruté y reí con una película muy muy sencilla que, como se apuntó en la rueda de prensa, bebe más del cuento corto de ciencia ficción que del cine en sí mismo. Salí entusiasmado, pero descubrí que no era una opinión compartida, sino todo lo contrario. Ha despertado dos bandos encontrados. Me dirigí a Pumares y le dije lo mucho que me había gustado. "¡Esto rompe una amistad de muchos años!" exclamó con aspavientos e inmediatamente giró sobre sí mismo y se dirigió hacia Vigalondo, que estaba sentado en una mesa, atendiendo una entrevista mientras devoraba una ración de tortilla de patatas. No pude oir qué le decía, pero sus brazos se agitaban. Y fueron bastantes las personas que me comentaron que no les había parecido gran cosa. Es algo que no acabo de entender. No me parece un filme que irrite y constatar que son muchos sus detractores no me entra en la mollera. Se me queda esa extraña perplejidad de no entender nada. Pero bueno, sepan que la película me entusiasmó, y que hasta ayer no conocía personalmente el señor Vigalondo.

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