13.10.06

SINCRÓNICAS DE SITGES 2006 (XXII): THE WICKER MAN

Una de las primeras reseñas cinematográficas que aparecieron en este Blog Ausente fue la dedicada a The Wicker Man, el Hombre de Mimbre. Una de las grandes películas de culto de la historia y un bizarro conglomerado de folk inquietante, sexualidad abrupta y cuento de horror trufado de extraños números musicales. Ya entonces se habló de que se estaba preparando un remake protagonizado por Nicolas Cage. Remake que ya entonces se planteaba como una operación imposible, cosa que he podido certificar esta mañana. Vaya por delante que soy incapaz de reseñar esta película sin tener presente el original, por lo que quizás no desagrade a quienes desconozcan la maravilla de los 70 (aunque cometerán un error si no acuden antes a la maestra pieza original). Y es que el remake aburrido no es, al menos no he bostezado ni me he aburrido pese a conocer el argumento. Pero claro, estamos ante uno de los casos más flagrantes jamás vistos de vulgarización de un filme extraño que se salía de lo habitual. Hollywood, a menudo, es así, una máquina de uniformar obras para que ninguna despunte en su rapado al cero. El filme conserva el entramado argumental original y le es bastante fiel en su resolución, pero lo despoja de demasiadas cosas. Aquí no hay sexo. Ese sexo perverso que ponía a Britt Ekland meneando el pandero en pelotas en una extraña danza de llamada a la fertilidad, o esa comunidad copulante que retozaba en masa a la puerta de la taberna. Todo eso está eliminado. También el recurrente tratamiento de la cultura popular folk como algo que pueda ahondar sus raices en los ritos mágicos y druídicos precristianos. Tampoco está la violenta confrontación religiosa servida en bandeja gracias al ultra catolicismo del policía protagonista, y que llegaba al punto de dotar al filme de una tremenda ambivalencia. Aquí Nicolás Cage no es un católico fundamentalista sino un policia triste (cosa que va muy bien al actor para regalarnos más de hora y media de caras apenadas). También se olvidan de la figura del polichinela. ¿Y a cambio, que añade? Pues unos vínculos mucho más cercanos para con la niña desaparecida y convertir la comunidad polipanteista original en un extraño matriarcado de insipiración abejil. Christopher Lee se transforma en Ellen Burstyn. Lo del matriarcado tiene cierta gracia por su incorrección, lo reconozco, y ver a Cage soltando mamporros a un par de hembras es quizá uno de los pocos puntos positivos del filme por lo que tiene de violencia intelectual borderline. Pero aún así desdibuja la muy inquietante comunidad original. Este matriarcado no da miedo. Es por ello que hablo de vulgarización de un filme de culto: todo lo que hacía del viejo Hombre de Mimbre un filme inaudito y sin igual, una obra que permanece imborrable en la memoria, ha desparecido. Se ha hollywoodizado de manera correctita pero perfectamente olvidable. Y pese a la aparente fidelidad argumental se ha cometido un terrible acto de traición al cine como material para sembrar inquietud y traspasar realidades tunel. ¡Que arda, pues, en la hoguera, este remake!

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