5.12.04

Haciendo el blogger en sitges VI - Días de sueño

De nuevo con vosotros tras una reponedora siesta de cuatro horas. Llevarla a buen término suponía sacrificar el code 46 de Winterbotton. Los comentarios de ésta se los dejo a Spaulding y su blog. Yo, hoy, he decretado el fin de la jornada tras las dos pelis de la mañana. De hecho, me hubiera bajado a la mansión Ausente. Y es que me pasa una cosa muy rara, o mejor, una sensación que no había tenido hasta ahora por motivos obvios: añoranza de absencito. Quién me lo hubiera dicho, yo que soy (era) un tipo bastante inmutable. (o eso creía). Poco a poco me ha ido invadiendo una cierta patía fílmica.

Les dejé ayer con mis dudas con Miike. Dudas que no despejó Zebraman, aunque ésta sí que me gustó. ¿Se enfadarán conmigo si les digo que es la peli del “japo sin descanso” que más me ha gustado? Enfádense porque no es verdad, aunque durante un buen rato del metraje lo era. Zebraman es la historia de un gilipollas infeliz que se fabrica un disfraz de hombre cebra y sale por las noches a defender el crimen. Durante un buena parte de la peli esa es la historia, que alcanza momentos delirantes y divertidos con su enfrentamiento contra otro tipo que aparentemente hace lo mismo, con un cangrejo como motivo, para matar colegialas con tijeras. Esa es la parte estupenda del filme, que luego baja un poco de interés y interés o ritmo cuando el superheroe de pacotilla empieza a ser tomado en serio y los malos empiezan a ser unos extraterrestres verde moco. Al final, un duelo final en plan espectáculo, con la sala aplaudiendo. Una película enórmemente pajera que logró mantenerme despierto pese al cansancio (la sesión empezó a la una de la madrugada) e incluso esbozar unas cuantas sonrisas. Es, también, el enésimo cambio de registro de Miike, que aquí se muestra lineal y estándar, en un producto de idénticas características que tiene claros referentes en los superheroes nipones, de Ultraman a los Power Rangers.

A las tres y media me metía en la cama y, al poco y a la carrera, sesión matinal que obligaba a madrugar: Arsenio Lupin a las ocho y media. Legañoso y cerebralmente muerto me la he tragado entera sin rechistar, lo que imagino que es una virtud de algún tipo. No me hagan decir cual. La nueva adaptación del follestinesco ladrón de guante blanco es poca cosa. Una aventurita sin pretensiones, muy pulidita, con sus giros constantes, alargada y que parece no acabar nunca (para, al final, no acabar). Un tebeo francobelga bien hecho pero que no destaca.

Y luego la esperada The Machinist, producción española para un producto de factura yanqui. Independiente y modesto que juega sus mejores bazas en la dirección hábil y en su protagonista, pilar indiscutible del filme. Christian Bale está enorme en esta historia de obrero que lleva un año sin poder dormir y que tiene extrañas visiones. Impresionante ver al tipo en los huesos, pero que muy en los huesos. Como dijo alguien tras la proyección: “lo que no entiendo es cómo el actor este se sacrifica tanto por una peli de Julio Fernández, si al menos fuera de Scorcese...” También es de alabar la atmosfera inquietante que imprime Brad Anderson, el director de Sesion 9, una peli que no me gustó pero cuya única virtud eran sus momentos de inquietud. Aquí pasa lo mismo aunque la historia tiene mayor interés, pese a un par de deudas con El club de la lucha (muy diferente y alejada, por otro lado). The Machinist, pero, tiene un final flojo, anecdótico respecto a lo visto durante la hora y media que dura.

Haciendo un poco de perspectiva, el festival ha perdido algo del punch que aparentaba sobre el papel. La mayoría de títulos me están pareciendo dignos pero no maravillosos. De momento me quedo, de largo, con Old Boy, que con el paso de los días se confirma como lo que más me ha gustado, repleta de escenas para el recuerdo (esa pelea, martillo en mano, por el pasillo). La mención especial se la doy, de momento, a La semilla de Chucky. El producto más divertido que ha podido disfrutar el público asistente. El galardón al bodrio es, de momento, para Izu. Y será difícil de superar. Ojalá sea así. Mañana, a primera hora, The Final Cut, luego The Birtday y regreso a Barcelona por un día. Me pierdo el Steamboy de Otomo. Qué se le va a hacer.

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